Con la reciente confirmación de la adquisición de la mayoría de las acciones de la red social Twitter por parte del empresario multimillonario Elon Musk, se reaviva la discusión que vincula a las redes sociales con el ejercicio de la libertad de expresión.
Como era de esperarse surgieron opiniones a favor y en contra de esta acción. Para algunos, esta compra representará una tendencia mayor a la moderación de comentarios y a evitar la polarización tan frecuente en esa red social, mientras que para otros, representará la pérdida de uno de los factores que más caracteriza a esos espacios y que tiene que ver con la no identificación de quienes emiten su opinión.
En el pasado ha quedado demostrada la influencia que las redes sociales han tenido en procesos electorales y cómo la tan nombrada “opinión pública” puede ser manipulable a través de la incorporación de bots encargados de posicionar tendencias que responden a determinados intereses.
¿Hasta qué punto tenemos opiniones verdaderamente independientes sobre los principales temas de acontecer mundial? Difícil saberlo.
Por una parte, celebro el hecho de que Musk haya anunciado su intención de eliminar los perfiles automatizados y de abrir el algoritmo para que cualquier persona pueda verificar la forma en la que se presentan los contenidos en esa red pero no dejaremos de estar alertas a los efectos que pueda tener en la libertad de expresión el hecho de que cada día se monopolicen más las plataformas en pocas manos.
Como periodista, siempre seré un defensor a ultranza de la libertad de expresión y es por eso que me mantendré atento a lo que pueda suceder con esa y cualquier otra red social.
Al mismo tiempo, he leído como algunos usuarios han manifestado su deseo de cerrar sus cuentas y abandonar el vecindario del pajarito azul. No creo que sea momento para hacerlo sin antes de evaluar los cambios que podrían venir.
Asimismo, he podido ser testigo de “linchamientos digitales” a manos de muchos héroes del teclado que seguramente serían incapaces de hacer tales aseveraciones si tuvieran de frente a la persona a quienes las dirigen.
No debería hacer falta recibir moderación de un ente externo a nuestras interacciones como humanos ya que siempre tenemos la oportunidad de practicar un poco la empatía.
Amanecerá y veremos si los cambios nos llevan a una mayor expansión de consciencia o no. Esperemos que así sea.