Si la inflación castiga a quienes se encuentran en actividad, mucho más se siente el impacto en quienes se han jubilado o retirado por los bajos ingresos que tienen para enfrentar la suba de precios de cada mes. Por esta razón, el médico gerontólogo y defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, planteó un duro panorama de la actualidad de sus defendidos en medio de la crisis económica.
En una columna escrita para la agencia Noticias Argentinas, aseguró que “el sistema previsional argentino no es más que una fábrica de pobreza que irá aumentando su producción con el paso del tiempo”.
Respecto a cómo sacar a los jubilados y pensionados de esta situación, sostuvo que “es importante tener en cuenta que, aunque la inflación disminuyera, e incluso si aumentan los bonos que cada tanto las autoridades sacan a relucir como parches en el casco del Titanic, la situación de los jubilados y las jubiladas de hoy y de mañana seguiría siendo de una vulnerabilidad extrema y creciente”.
“Nadie vive con un tercio de lo mínimo que se necesita”
Eugenio Semino recordó las preguntas que suele escuchar respecto a la situación de los jubilados de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS) a medida que pasan los meses y los índices de precios siguen subiendo fuertemente.
“Cada vez que se conocen los números de la inflación, o cuando se anuncian las actualizaciones del haber jubilatorio, se impone en la agenda mediática el problema de los jubilados. ¿Cómo hacen para llegar a fin de mes? ¿Qué malabares realizan para no sucumbir ante la inflación? Lamentablemente se trata de preguntas que no tienen mucho sentido”, aseveró el defensor de la Tercera Edad. Y advirtió que “hace ya varios años que los jubilados dejaron de hacer malabares para llegar a fin de mes porque simplemente no llegan, sin importar lo que hagan. Siendo el haber mínimo el equivalente a un tercio de lo que se necesita para vivir, de acuerdo con los datos calculados en la Canasta Básica del Jubilado, no hay manera de estirar el ingreso o de administrarlo para que alcance”.
En ese sentido, Semino escribió en su opinión que “nadie se acomoda a vivir con un tercio de lo mínimo que necesita, lo que se hace es buscar otro ingreso, pedir plata a familiares y amigos o endeudarse. En muchos casos las tres opciones se combinan de maneras aleatorias. Cabe señalar que el problema no sólo afecta a quienes reciben la mínima, dado que la mayor parte del resto de los jubilados cobra entre $40.000 y $60.000, alrededor de la mitad de los $100.000 que necesitarían para cubrir su canasta básica”.
“Ser jubilado, ser pobre”
En otro tramo de sus opiniones, el especialista en gerontología ratificó su opinión sobre el estado de pobreza de los jubilados de ANSeS. “La pauperización del haber lleva a que ser jubilado y ser pobre se conviertan en términos intercambiables, a menos que uno se haya consolidado a lo largo de la vida una posición económica holgada, lo cual es cada vez más difícil de conseguir en nuestro país”, dijo.
“Si jubilarse es empobrecerse, entonces, todos los problemas que corresponden a la pobreza, y que son también problemas de la sociedad y del Estado, se suman a los que ya de por sí pueden venir con la edad”, advirtió Semino.
El médico habló de la exclusión social a la que ha llegado el sector, a partir del contexto planteado: “Una persona de edad avanzada y sin recursos económicos está totalmente excluida del circuito del consumo, por lo cual no contribuye a la circulación de la riqueza dentro de la propia sociedad. Por otra parte, absorbe recursos de otros lados”. “Necesita la asistencia económica de su familia, convirtiéndose para ésta en una carga y deteriorando su situación económica”, agregó. A su vez, “es alguien que muy posiblemente mantenga deudas, como por ejemplo de servicios, alquileres o de expensas, por lo cual contribuye a que se desfinancien otras estructuras, como puede ser el edificio en el que vive. Si trabaja, sale a competir en el mercado laboral con los más jóvenes y si no cuenta con una formación profesional, lo más probable es que trabaje de manera precaria y en negro”, indicó.
Por último hizo notar que “más importante, es alguien que necesita ser asistido por el sistema público de salud, generando en este aspecto un gasto al Estado que no suele ser tenido en cuenta, pero que es de una proporción considerable”.
Serán menos los que se jubilarán
Para Eugenio Semino “la proporción de personas que lleguen a jubilarse con recursos económicos propios que les permitan sustentarse va a ser cada vez menor en el futuro”. Es porque “la situación, a su vez, genera un círculo vicioso que paulatinamente va desfinanciando al sistema. La falta de perspectivas a futuro hace que la masa de trabajadores que aportan en blanco sea cada vez menor”.
“Uno decide aportar al sistema previsional en la medida en que éste le permita imaginarse en una situación positiva a futuro, si esa perspectiva no existe, no hay motivos para renunciar a una parte del ingreso presente. Si uno va a tener que seguir trabajando cuando tenga 70 años, ¿por qué aportar desde los 30?. (…) Lógicamente el aumento de la inflación contribuye a profundizar la gravedad del cuadro”, indicó.
“Para completar el cuadro tengamos en cuenta que la curva de envejecimiento poblacional, según todas las estimaciones, va a ir en aumento durante las próximas décadas. Es decir, va a haber cada vez más viejos empobrecidos y cada vez menos jóvenes que aportan al sistema”, agregó.
“Ante semejante escenario es imperioso cambiar el eje de la discusión y dejar de preguntarnos cómo hacen los jubilados para sobrevivir, para empezar a preguntarnos cómo hace la sociedad en su conjunto para salir adelante sin sistema previsional. ¿Cómo se resuelven los problemas estructurales de la economía si el mero paso del tiempo hace que aumente el índice de pobreza?”, se preguntó Semino para aseverar que “no existe ningún político ni futuro candidato que tenga una respuesta a estas preguntas”.
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