En 1998 asomó la garra de un nuevo dinosaurio carnívoro en Argentina. El paleontólogo Fernando Novas identificó la garra como perteneciente a un dinosaurio coelurosaurio, posiblemente del grupo de los dromeosaurios (como Velociraptor o Deinonychus) o sus parientes cercanos los troodóntidos.
Se trataba de una garra muy semejante a las “garras terribles” que poseen estos dinosaurios en un dedo de sus pies, pero de mayor tamaño. Y a este nuevo dinosaurio, aunque descrito a partir de material tan fragmentario, se le llamó Megaraptor namunhuaiquii.
Por suerte, con el tiempo se encontró más material fósil: se descubrió que dicha garra pertenecía a la mano, y nuevos huesos permitieron clasificar correctamente a este Megaraptor: no era un dromeosaurio gigante, sino el primero de su propia familia.
Y con los años, nuevos parientes suyos fueron apareciendo, no sólo en Sudamérica, sino en África, Asia e incluso en Australia.
Sin embargo, esta familia de dinosaurios carnívoros armados con temibles garras en sus manos es todavía motivo de debate: ¿eran una familia dentro de los alosauroideos, y por lo tanto primos lejanos de formas como Allosaurus o Giganotosaurus? ¿O estaban más cercanamente emparentados con los tiranosauroideos? Como se suele decir en paleontología, necesitamos de nuevos fósiles y continuar investigando para poder avanzar en ese frente.
Por suerte, no cesan de aparecer nuevos fósiles de dinosaurios. Y en este caso se trata de un nuevo miembro de la familia de los megaraptores: Maip macrothorax.
Este inusual nombre genérico hace referencia al Maip, una criatura sobrenatural de la mitología Tehuelche. Y es que sus fósiles se han encontrado al sur de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, una región especialmente fría de Argentina, cerca de los Andes.
Para los nativos tehuelches, el Maip habitaba en la cordillera y atacaba usando el frío, dejando el rastro de la muerte a su paso. Hacer el símil entre una sangrienta criatura mitológica y un dinosaurio terópodo -que, a su manera, podía ir sembrando el terror en el Cretácico- es una práctica habitual en el mundo de la paleontología. Y es muy habitual que esto se haga haciendo honor a las tradiciones y mitologías locales.
Por otro lado, el nombre específico macrothorax hace referencia a la enorme cavidad torácica de este dinosaurio terópodo. Y es que entre sus fósiles se han encontrado vértebras y costillas que evidencian la enorme cavidad torácica que tendría este terópodo.
También se han encontrado restos de la cintura escapular y de la cintura pélvica. Así, se ha estimado que este megaraptor alcanzaría los 9-10 metros de largo y unas 5 toneladas de peso, lo que lo convierte en el mayor megaraptor conocido.
Una nueva especie de dinosaurio carnívoro
Esta nueva especie ha sido publicada en un artículo reciente de la revista Scientific Reports, y en dicho informe se debate el parentesco de este nuevo megaraptor, concluyendo que estaría más emparentado con los otros megarraptóridos hallados en América del Sur que con sus parientes asiáticos o australianos.
Para el debate en torno a los megaraptores, este nuevo miembro también arroja algo de luz: apoya la hipótesis de que son parientes cercanos de los tiranosauroideos.
Además, en este trabajo se describen las inserciones musculares de las vértebras de Maip, que permiten reconstruir el sistema de músculos, tendones y ligamentos con los que sostenía su voluminosa cavidad torácica.
Esta práctica de reconstrucción de tejidos blandos es muy habitual en estudios funcionales en paleontología, y se realiza integrando datos de la anatomía de aves y cocodrilos. A partir de esta información, se pueden llegar a contrastar hipótesis acerca de estudios de postura y movimiento, así como realizar aproximaciones sobre el aspecto en vida de dinosaurios y otros vertebrados extintos.
Los yacimientos paleontológicos de esta región de la Argentina llevan años siendo investigados, llegando a aportar mucha información acerca de la vida en el Cretácico Superior, incluyendo otras dos especies nuevas de dinosaurios, Nullotitan glaciaris (un dinosaurio saurópodo de cuello largo) e Isasicursor santacrucensis (un dinosaurio ornitópodo).
Ahora, se les une el que posiblemente era el depredador en la cúspide de la pirámide trófica de su paleoecosistema.
Fuente: nationalgeographic.com.es