Pasó casi un mes desde que la Unión Tranviarios Automotor (UTA) había amenazado por última vez con realizar un paro del transporte urbano, interurbano y de media distancia. En ese transcurso los empresarios, el gremio y los Estados nacional y provinciales no pudieron llegar a un acuerdo que evite el mal peor: que miles de usuarios se vean afectados por la falta de un servicio tan importante por el resto de la semana.
Nuevamente serán los pasajeros que contaban únicamente con los colectivos para llegar a su trabajo, a estudiar, a una consulta médica o a realizar trámites a lugares alejados de sus domicilios los que van a tener que arreglarse como puedan.
La primera solución es destinar mayores sumas de dinero para sustentar un taxi, un remís solos o con vecinos u otros compañeros de trabajo o estudios para no alterar las actividades habituales; o no perder un presentismo laboral cuando las empresas en las que se desempeñan no atienden la problemática del transporte.
La segunda es quedarse en casa y afrontar las consecuencias.
En el caso de las escuelas, el Consejo de Educación no computará las inasistencias y, en una pequeña parte, se atenúan los problemas. Pero, habrá que pensar que se perderá prácticamente una semana de clases!
La Nación no quiere poner más dinero para subsidios fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA); las provincias tampoco. Los empresarios no quieren (dicen no poder) pagar aumentos sin que les garanticen más recursos desde el Estado.
Y la UTA se puso firme en no querer esperar más tiempo para conseguirle a los choferes fuera de AMBA, un incremento salarial similar a lo percibido por sus colegas metropolitanos.
Mientras nadie ceda, la solución no llegará y los usuarios de los servicios seguirán pagando las consecuencias.