Hace cinco años, un peón rural de 57 era condenado después de confesar que violó durante 18 años a su hijastra en Oberá.
Producto de esos abusos, según confirmaron las pruebas genéticas, la víctima dio a luz cinco niños, que tenían entre 6 y 16 años al momento de la condena.
El caso se conoció durante los últimos meses de 2016, cuando la denunciante resolvió romper el silencio cuando tenía 30 años y acabar con la pesadilla de toda una vida.
Durante años, su historia fue un secreto guardado dentro de las cuatro paredes de una humilde vivienda. Producto de las amenazas del hombre, la joven jamás se animó a romper el silencio por temor a que aquel sujeto que debía cuidarla acabara con su vida.
Sin embargo, todo eso terminaría en septiembre de 2016, cuando resolvió presentarse en una dependencia policial y radicó la denuncia contra el ahora condenado.
No obstante aquello, la “punta del ovillo” que permitió que el caso trascendiera tuvo lugar unos días antes, cuando una de las hijas que dio a luz producto de los abusos comenzó a desentrañar parte de lo que sucedía.
La pequeña contó a una docente los hechos de violencia que ocurrían en su casa. Entonces se activaron los mecanismos de protección con asistentes sociales que entrevistaron a la madre, quien confirmó los abusos. Fue en ese momento cuando contó cada uno de los detalles que soportó sola durante tanto tiempo.
Todo comenzó en 1998, cuando tenía trece años y quedó bajo la guarda de su padrastro. Desde ese momento, el depravado la golpeó, abusó de ella y la amenazó para que no contará una sola palabra de lo que sucedía.
Dos años después, cuando tenía quince, quedó embarazada y dio a luz a su primer hijo, un varón que actualmente tendría 21. Las agresiones continuaron al igual que las violaciones, razón por la que dio a luz a otros cuatro niños.
La Justicia ordenó que los pequeños sean sometidos a estudios de ADN, cuyos resultados confirmaron lo que se temía: los cinco eran hijos de su abuelo.
A fines de abril de 2017, acorralado por los testimonios y por las pericias genéticas, el acusado finalmente confesó ser el autor de las violaciones, tras lo cual acordó un juicio abreviado en el que recibió 17 años de prisión.
La pena hubiese sido aún mayor si llegaba a debate oral por “abuso sexual reiterado con acceso carnal, agravado por encontrarse en cargo de la guarda”.