Hoy vemos a personas conviviendo más con mascotas que con seres humanos, ¿por qué creen que sucede este fenómeno?
Es algo que me llama la atención, pero pensemos en cómo es vivir con una mascota: no habla, no contesta, siempre está dispuesta y esperándonos feliz, pareciera la mejor compañía. Esto no sucede con un ser humano porque en la convivencia esperamos cosas del otro y el otro espera cosas de nosotros, y cuando no llega lo que esperamos, ¡nos desilusionamos!
Por eso creo que hoy, las personas eligen convivir con una mascota, ya que es más fácil que tolerarnos entre nosotros, pero lo que tenemos que saber es que el hombre ha evolucionado gracias a la sociabilización, no estando solo.
Pensemos qué sucede en la convivencia: tenemos emociones y el otro también, al no conocernos, reaccionamos y el otro también, es ahí cuando aparecen las heridas que tenemos y en vez de usar eso para sanarnos viendo qué nos duele realmente, nos alejamos y buscamos otra compañía. Así una, otra y otra vez repitiendo a veces toda nuestra vida, perdiéndonos la oportunidad de compartir todo lo que tenemos y lo que ¡somos!
El otro nos ayuda a ver cómo estamos, nos trae noticias nuestras, nos ayuda a poner límites, a decir que no, a expresarnos, enojarnos, relajarnos, disfrutar, comprender que el otro es otro y no piensa como nosotros, y es la forma donde podemos crecer relacionándonos con un igual.
Compartir con otros ya sea en un grupo, la pareja o la familia, nos ayuda a darnos cuenta que somos seres humanos, que a veces nos equivocamos y otras no, que no somos perfectos y que tolerar a veces nos ayuda a convivir sanamente, ya que el otro también nos tolera. Los seres humanos solemos ver como dijo Jesús: “La paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro”.
Pensemos hoy ¿cómo somos en la convivencia? ¿Tolerantes, exigentes? ¿Solemos exigir lo que no damos? ¿Cómo nos sentimos con las respuestas que aparecen?
Hoy podemos respirar, observar la vida que va sucediendo y agradecer por empezar a darnos cuenta que estamos creciendo a cada paso, cada día, y que el otro camina ¡con nosotros!
Que Dios los bendiga.