Hace 23 años, un pequeño grupo de colonos de El Soberbio, entre quienes se encuentra el productor y emprendedor Gustavo Irala, se convirtieron en pioneros de las Ferias Francas de Posadas: Miguel Lanús, Villa Urquiza, Villa Cabello, Itaembé Miní, Los Álamos y barrio A4.
Él, junto a otros 15 feriantes tenían que salir del pueblo al caer la tarde para llegar a la Capital de la provincia durante la madrugada del día siguiente y organizar el stand donde iban a ofrecer los productos que elaboraban con mucho sacrificio.
La salida se hacía en camión, con todo el peligro que ello implicaba para recorrer 500 kilómetros de ida y vuelta. Con el paso de los años, y a partir de decisiones políticas para fortalecer las chacras, las cosas comenzaron a dar un giro.
Actualmente, mediante un aporte del ministerio de Agricultura Familiar y al gobierno de la Provincia, las cosas son un poco más fáciles para los pequeños productores de El Soberbio quienes disponen de un colectivo para venir a la Capital misionera a vender sus productos de chacra en Posadas.
Además, para facilitar la tarea, pero cerca de su lugar de pertenencia tienen el apoyo para diversificar su producción que incluye cerdos, mandioca, leche y queso.
Todos los recursos de la chacra, donde Irala cría al ganado y produce verduras, se decidió por emprender con un camping ecológico.
“A partir de la pandemia, durante la cual fuimos muy golpeados y mermó muchísimo la actividad empezamos a mirar más cerca, muchos de nuestros compañeros inclusive se vieron obligados a abandonar la feria”, relató el hombre a ECO Y AGRO.
Un “salto” de rubro
Con sólo mirar a su alrededor, el colono se dio cuenta que en su misma propiedad podía contar con alternativas a los productos que elabora, en la temporada de verano pasada finalmente se decidió a poner en condiciones un camping ecológico para aprovechar el tráfico de turistas que visita el Moconá.
“Recién estamos comenzando y tenemos muchas expectativas para aprovechar la selva, el arroyo y los saltos. La seca que padecimos evitó que se pudiera apreciar todo, pero confiamos que con pequeños pasos, pero firmes podemos apuntalar el emprendimiento”, se esperanzó.
El lugar se encuentra a 4 kilómetros antes de llegar al pueblo y se está armando de quinchos y mantenimiento del lugar con el dinero “producto de nuestro sacrificio en la feria”, dijo Irala.
El sueño es poder convertir el lugar en un espacio de paseo y despeje de los turistas con cabañas y más servicios.
“Vamos de a poquito, soñando y procurando cada día”, finalizó.
Reconvertirse para subsistir
“La situación crítica a la que nos arrastró la pandemia obligó a muchos feriantes a optar por producir tabaco o yerba en vez de la feria, por cómo se complicó, lamentablemente porque la Feria siempre fue una mina de oro, por así decirlo, porque después de un fin de semana de venta se volvía a la chacra con unos pesos”, fue la respuesta de Irala a la consulta de cómo empezaron a pensar en nuevas opciones para subsistir.
Para enfrentar los cambios Irala se enfocó en la producción de leche, queso y otros derivados lácteos, “que es lo que más se vende, porque la venta de cerdo bajó muchísimo. A la par, desde la pasada Navidad inauguramos el camping”, explicó.