En lo que lleva de su mandato como presidente de la Nación, Alberto Fernández acumula una inflación de 123%… por ello no debería sorprender el dato de ayer que ubicó el Índice de Precios al Consumidor de febrero en 4,7%.
Sí sigue llamando la atención la escalada que viene protagonizando el rubro más sensible para los argentinos: el de los alimentos.
La inercia inflacionaria del año pasado más las múltiples defectuosas maniobras oficiales explican en parte los 7,5 puntos porcentuales del rubro el mes pasado.
Es, nada más y nada menos, que el dato más alto desde la hiperinflación de 1991. El Gobierno, en un intento por moderar las críticas, buscó argumentos en los precios internacionales de las materias primas dado el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Sin embargo, la guerra comenzó el 24 de febrero por lo que los efectos a los que alude el Gobierno se sentirán con rigor en la inflación de marzo.
Lo cierto es que los altos índices inflacionarios vienen siendo impulsados por los alimentos, los combustibles y las tarifas, además de la emisión y otros factores.
De hecho, los precios de los alimentos van a una velocidad anualizada de 73% al igual que la inflación en general que, de seguir con este ritmo, cerraría el año en 73,5%, lejos del 48% que se plantea en el acuerdo con el FMI y del 36% en el fracasado Presupuesto 2022.