Aun cuando en enero hubo una intensa campaña de la Casa Rosada para sostener que durante 2021 los salarios le ganaron a la inflación, a la postre la contundencia de la economía cotidiana puso las cosas en su lugar y se desmontó otra exhortación al optimismo huérfana de argumentos técnicos o al menos de datos reales.
Hablando de la inmensa mayoría de los argentinos, los salarios no le ganaron a la inflación.
Incluso los índices que tomó el INDEC para afirmar que el IPC estuvo por debajo de los sueldos complicaron a miles de familias que tomaron productos financieros atados al Coeficiente de Variación Salarial (CVS).
Quizás convenga ofrecer los índices: el Gobierno afirma que en 2021 los salarios argentinos subieron 55% en promedio y que la inflación fue de 51%. Entre ambos porcentajes, uno destaca por su realidad y contundencia mientras que el otro llama la atención de la mayoría de los asalariados. Y no se trata nada más que de una crítica sobre datos duros de la realidad, sino de cómo en el afán de afirmar por afirmar se puede causar un daño.
Por ejemplo: muchas paritarias 2021 de familias que afrontan cuotas de créditos hipotecarios atados al CVS estuvieron por debajo del promedio que emplea el Gobierno para afirmar que los salarios ganaron.
Así las cosas, ya no sólo se trata de discursos vs realidad, sino de promedios irregulares que complican las cuentas de muchos.
Queda por ver qué sucederá de aquí en más en el interminable capítulo discursivo de “este año los salarios le ganarán a la inflación”.
Y es que cuando se proyecta un índice de precios superior al 50% para el presente año y el Gobierno argentino estipula un techo de 40% para los salarios, la distancia es demasiado grande.
Más aún tratándose del año en el que el país podría llegar a un acuerdo total por su abultada deuda con el Fondo, un acuerdo que quedará atado a una sensible baja del déficit fiscal.