Conforme avanza el presente año de la mano de sus novedades como el principio de acuerdo con el FMI, las señales acerca de cómo puede concluir también comienzan a ser más claras a la luz de otros datos duros de la realidad… Y eso que recién es febrero.
Es que tempranamente se puede proyectar con certeza suficiente que la inflación que espera el Gobierno argentino, de 33% para todo el año, estará bastante por encima de ese cálculo, más cercana al 50%. Así lo afirma el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central, cuyos consultados elevaron 2,2 puntos, a 57,9%, la proyección de inflación para 2022.
Cabe recordar que del REM participan cerca de 40 profesionales y centros de investigación y el BCRA confecciona un informe con las evaluaciones generales, pero a su vez califica a los diez mejores en cuanto a pronósticos. En la última medición estuvieron casi exactos al proyectar un IPC cercano al 50%; lejos quedó el Gobierno con su hiper optimista 29%.
Otro dato que contextualiza el año en curso y anticipa su resultado final es la desaceleración del consumo. En ese sentido vale rescatar los datos del último informe de la consultora ABECEB. El trabajo señala que el consumo seguirá evolucionando, pero a un ritmo ostensiblemente bajo. Las razones habrá que buscarlas al final de las vacaciones de verano, también cuando disminuya el ingreso disponible con el aumento de las tarifas, y que “continúe el empobrecimiento de la clase media, con familias endeudadas y con mayores dificultades para aprovechar los beneficios de los programas como Ahora 12”.
El principio de acuerdo con el FMI es una buena noticia en el mediano y largo plazo, pero en lo inmediato significa frenar el reparto de dinero tal y como se venía dando. “Este año no se contará con los anabólicos propios de un año electoral ni espacio fiscal”, expresa el informe.
Así las cosas, con los precios aún en escalada y con el consumo en retirada, este año no habrá lugar para las exhortaciones al optimismo sin fundamentos. Sí será necesario que los dirigentes trabajen la crisis de la mano de un plan.