Según el reporte del Ministerio de Salud de la Nación los datos son alarmantes: siete de cada diez personas están en condición de sobrepeso en el país, siendo los grupos sociales más afectados los de menores ingresos, ya que gran parte de su alimentación se basa en productos ultraprocesados de nula calidad nutricional.
Esta problemática aumentó sustancialmente con la pandemia ya que muchos trabajos acogieron la virtualidad como dinámica laboral facilitando el sedentarismo en muchos casos y, también, debido al consumo de sustancias calóricas con exceso de harina, grasas y alcohol.
Cifras similares en el 2019
Casi el 70% de los adultos argentinos tiene exceso de peso. Así lo había indicado la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada por la Secretaría de Gobierno de Salud, donde se evaluaron muestras representativas de 22 mil personas.
La epidemia de sobrepeso y la obesidad sigue siendo la forma más frecuente de malnutrición en el país. De hecho, el exceso de peso alcanza al 67, 9% de los mayores de 18 años; al 41,1% de los niños y niñas de entre 5 a 17 años y al 13,6% de los menores de 5 años.
Así lo mostraron los resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNYS 2), un relevamiento realizado por la Secretaría de Gobierno de Salud sobre las conductas alimentarias de la población, que abarcó a 22 mil personas de todo el país y de diferentes edades.
Una de las principales conclusiones es que la epidemia de sobrepeso y obesidad es la forma más frecuente de malnutrición en Argentina, resultados en concordancia con los de la 4° Encuesta de Factores de Riesgo, donde la prevalencia de exceso de peso en la población adulta fue del 66,1%. Los resultados entre los tres grupos fueron:
- • El exceso de peso alcanzó al 13,6% de los niños y niñas de entre 0 a 5 años (10% con sobrepeso y 3,6% con obesidad) mientras que la proporción de bajo peso fue de 1,7 y de emaciación (pérdida involuntaria de peso) fue de 1,6%.
- • En los niños y niñas de entre 5 y 17 años, el exceso de peso fue del 41,1% (20,7% con sobrepeso y 20,4% con obesidad) mientras que la proporción de bajo peso fue de 1,4 %.
- • En los adultos de a partir de 18 años, la prevalencia de exceso de peso fue del 67,9% (34% de sobrepeso, mientras que el 33,9% presenta obesidad).
- • La proporción de baja talla en niños y niñas de entre 0 y 5 años fue del 7,9% con diferencias significativas por nivel de ingresos, mientras que en quienes tienen 5 y 17 años fue del 3,7% también con brechas por poder adquisitivo.
Consumos de alimentos, etiquetado y entornos obesogénicos
De acuerdo con las conclusiones de la encuesta, la proporción de población que refiere haber consumido diariamente alimentos recomendados como frutas frescas y verduras, carnes, leche, yogur o quesos, se encuentra por debajo de las recomendaciones de consumo, en especial los vegetales. Por el contrario, las cifras de quienes refieren haber consumido alimentos cuestionados como bebidas azucaradas, productos de pastelería o de copetín y golosinas, que poseen alto contenido de azúcar, grasas y sal y bajo valor nutricional, es alarmante. A la vez, los niños y niñas consumen un 40% más de estos productos y el triple de golosinas respecto de los adultos. Dos de los índices contrastantes del sondeo son:
- • El 32,5% de la población de 2 años y más refirió haber consumido frutas al menos una vez por día durante los últimos tres meses. Los encuestados del quintil más alto reportaron casi el doble de consumo de frutas que el quintil más bajo (45,3% vs. 22,8% respectivamente). El grupo de 13 a 17 años refirió un consumo de frutas frescas de 21,4%, que resultó menor que el porcentaje del grupo de 2 a 12 años (36,3%), y al de 18 años y más (33%).
- • El 36,7% de la población refirió haber consumido bebidas artificiales con azúcar al menos una vez al día, tomando como referencia los últimos tres meses. Entre los NNyA se observó un porcentaje de consumo mayor (46%) que entre los adultos (32,9%). En los dos quintiles más bajos (46,9% y 45,5% respectivamente) los valores superaron al total nacional y fueron más de 2 veces mayores que el registrado en el quintil más alto (20,9%).
En cuanto al etiquetado, solo un tercio de la población lee las etiquetas de los alimentos, y de ellos solo la mitad las entiende, lo que implica que menos del 15% de la población comprende la información aportada en el envase.
En cuanto a la escuela, es elevada la proporción de estudiantes que mencionan que la escuela posee un kiosco o buffet, cuyos productos más comprados fueron bebidas azucaradas y golosinas, lo que confirman que los niños están expuestos a un ambiente obesogénico que fomenta el consumo de alimentos que deberían restringirse.
Estrategias para combatir esta tendencia
Argentina cuenta con un conjunto de herramientas legales, normas y programas vinculados a políticas alimentarias. Bajo la órbita de la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles, se creó en 2016 el Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de Obesidad. Ese mismo año se publicaron las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).
Bajo la coordinación técnica del Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de Obesidad, y en colaboración con la Comisión Nacional de Alimentación Saludable se elaboró y publicó en 2018 un Manual de Recomendaciones sobre Etiquetado Frontal de Alimentos, que recomienda la puesta en marcha de un etiquetado frontal de advertencia por ser el más efectivo para informar a los consumidores de forma clara, simple y rápida e influenciar los patrones de compra hacia alimentos más saludables.