Cuántas veces se escuchó hablar del tema. Y cuántas más PRIMERA EDICIÓN escribió sobre la modalidad de “cruces VIP” que funcionan a la vista de todos en el puente internacional San Roque González de Santa Cruz. Sin embargo, a pesar incluso de haber ocurrido episodios de violencia años anteriores, donde una Ministra provincial terminó agredida y amenazada, hay zona liberada para la corrupción en la cabecera paraguaya del viaducto.
En 2018 costaba entre $800 y $1.500 evitar ser víctima de la inhumana cola donde las personas deben pasar varias horas hasta llegar a Posadas. Ahora, entre $4.000 y $8.000, tal vez por la dolarización de la coima.
En una zona donde se impide caminar fuera de los autos o transportes, ni siquiera se permite sacar fotos por la Gendarmería argentina o la Armada paraguaya actúan de manera inmediata, no pasa lo mismo con quienes van de vehículo en vehículo ofreciendo el cruce VIP.
Es demasiado evidente que hay una mini PyME basada en la corrupción que funciona sin control, sin límites. Y como muchos otros hechos donde la coima es la protagonista, afecta a miles de ciudadanos honestos que ven cómo se desarrolla el negocio impunemente.
No hay fiscales, jueces, fuerzas de seguridad, funcionarios capaces de poner un punto final a algo que se terminaría poniendo agilidad a un cruce que debió tenerla hace ya muchos años.
Pero, como se explicó en la edición de hoy, hay un grupo de involucrados en los cruces VIP a los que les conviene que la demora se profundice. A quienes no les importan las críticas sino lo que embolsan de las coimas diariamente.
Mientras tanto hay gente que sufre, que padece, que pierde algo tan valioso como es el tiempo, que se perjudica por simplemente no prenderse en esa corrupción tan enquistada.
Después, culpan a los centros de testeos y a las casillas que no se abren para poner una cortina de humo a fin de evitar que sea más evidente aun el sistema. Qué lamentable que quienes tienen poder de decisión, estén tan ciegos o se hagan los distraídos.