Aunque se afirma que las ventas del lado paraguayo mermaron, los cruces por el puente internacional San Roque González de Santa Cruz no cesan y, con ellos, tampoco las largas colas que consumen horas y horas a misioneros e itapuenses. Pero, quienes interponen habitualmente el viaducto internacional ven que se generó un negocio que involucra a personas de ambos márgenes del río Paraná.
Funciona en la conformación de las colas, a la vista de todos sin que ninguna autoridad intervenga. Llevándose una buena recaudación diaria que se asemeja a la actividad de los “trapitos” que suelen poblar las calles y avenidas de lugares muy concurridos. Pero, esta vez son, en todo caso, “trapitos VIP” que controlan y administran los “cruces VIP” por el puente entre Posadas y Encarnación.
Testimonios de vecinos de ambas márgenes y una investigación de PRIMERA EDICIÓN coincidieron en que la organización comienza con la oferta en las colas para pasar a una fila “especial”, que cotiza (según la temporada) entre 800 y mil pesos argentinos. Luego, con el ingreso a la cabecera y el traslado cada dos horas que incluye hasta custodia oficial, por una cifra similar. Claro que no es obligatorio contratar este “servicio”. Pero, sin dudas, muchos aportan con tal de no tener que perder medio día o más horas esperando pasar.
Basta con hacer rápidos cálculos para ver que el “peaje” puede recaudar cifras impensadas. Por día normal hay entre 6 mil y 10 mil cruces. Pero un fin de semana largo o feriados pueden llegar a los 100 mil cruces. En 2017 pasaron se registraron casi 12 millones de pases por ese lugar, marcando un récord que superó al Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
De la manera en que funciona, sin esconder el propósito, todo hace suponer que es imposible que las fuerzas de seguridad y control desconozcan la actividad. Además, lleva a plantear si las colas no son provocadas por estas personas y funcionarios con tal de sostener el negocio, mientras se discuten medidas migratorias que pasan a ser secundarias en el problema.
Un problema, una oportunidad
Mientras los habitantes de ambos lados del puente apuntan su bronca a Migraciones por la falta de agilidad en la registración, el Gobierno nacional promociona el control biométrico, la Tarjeta Vecinal Fronteriza y la posible sumatoria de casillas en el San Roque González, hay un grupo de “vivos” en esta operación “Cruce VIP” muy organizado, especialmente del lado paraguayo. Personas que, sospechosamente, se benefician con las colas.
Cuando se decide trasponer el puente desde Encarnación, todo empieza con la aproximación a la cabecera paraguaya. Es habitual en horas del día y entrada la noche que las filas de autos sean de cientos de metros. Entonces, en las colas, aparecen ante los conductores hartos de la pérdida de tiempo los que ofrecen el primer paso del trato VIP: formar parte de una fila selectiva por cifras que rondan los 800 a mil pesos por vehículo.
Si se toma la oferta, al ingreso a la zona aduanera, un integrante de la Marina que maneja unos conos que interrumpen el paso, solo los moverá si se contrata el sistema o se tiene un paso oficial o diplomático.
Una vez adentro del área, viene la segunda parte que corresponde al ingreso a la Argentina. Entonces habrá otra persona que ofrece la custodia para evitar la cola preexistente, a un costo casi similar al anterior si es un vehículo pequeño. La tarifa podría subir si se trata de camiones o viajes especiales de colectivos o combis.
Según contaron personas a las que ofrecieron este sistema, se puede incluso optar por la primera etapa en Encarnación, ganando tiempo para entrar al puente, pero nada garantiza rapidez arriba del viaducto.
“Cada dos horas se pueden ver vehículos de la Gendarmería, a veces motos o camionetas, que van hasta la cabecera paraguaya, uno se pone al inicio y otro al final de la cola que incluye particulares, transportes de pasajeros y mayormente camiones marcando la fila VIP. Se frena el tránsito en el puente para habilitar el ingreso de los custodiados a la cabecera de Posadas y así concluye el servicio”, relató a este Diario un trabajador de un organismo nacional que pidió la reserva de su identidad por temor a represalias.
Si en la cola se mete alguien que no cerró el trato, al llegar a la Argentina lo más probable es que lo multen, aduciendo que la maniobra de adelantamiento en un viaducto está prohibido.
“Si esto sale a la luz van a decir que la Gendarmería busca a los transportes por la cantidad de gente que espera dentro pero cómo explican que algunos autos sean parte del pase express y otros deban pasar horas y horas arriba del puente, especialmente en verano donde las temperaturas hacen inhumana la espera?”, se preguntó el hombre.
Motos de paseros, un caso especial
Los vehículos de todo tipo de porte que llevan y traen mercaderías no declaradas ante la AFIP son parte de un “folclore” fronterizo que funciona no solo entre Posadas y Encarnación. La participación de funcionarios de la Aduana en la facilitación del “contrabando hormiga” no es una leyenda. De hecho la Justicia Federal de Posadas procesó recientemente a un grupo importante de aduaneros y hasta condenó a unos pocos por su mal desempeño en este sentido.
En el caso puntual de las motos, a la vista de todos, se las ve llegar con los ocupantes cargados de bultos. Como tienen un carril especial, entran a la cabecera argentina donde los esperan miembros de la GN y AFIP. Allí descargan las bolsas y cajas que atraviesan la zona de control mientras las personas que venían en la moto buscan ingresar al país haciendo Migraciones. En el primer sector no habría cámaras y resulta llamativo cómo se llevan los bultos hasta el fin del control de manera organizada. En el segundo sector, sí se monitorea la actividad migratoria.
Concluidos los trámites, las motos y las mercaderías continuan su viaje mientras los aduaneros ponen la mira en los baúles de los autos que ingresan al país.
También quienes expusieron a este Diario la situación, contaron que algo similar ocurre con algunos colectivos cuyos bultos quedan dentro de las unidades y, en varios casos, ni se solicita la apertura de los mismos ni el comprobante de compra respectivo.
Una costumbre ilegal
Seguramente todo este sistema le resulte “una costumbre” a miles de misioneros y paraguayos que ven “trabajo” en el mismo. Sin embargo, detrás de los beneficios de unos pocos hay molestias, padecimiento y perjuicios en muchos más. Porque el pase VIP hace más larga la espera de los que no se prestan al sistema. El dinero que se recauda no se declara en ninguno de los dos lados. Los que buscan economía buscando precios en Encarnación o los paraguayos en Posadas, tienen que pagar una suma considerable para cruzar rápido.
La “viveza” que para muchos es “normal” o se justifica como “una forma de ganarse la vida” en el contrabando menor, fue perjudicando a los misioneros en diferentes aspectos. Cuanto más se admite este tipo de “costumbre”, más se padecerán sus consecuencias, empezando por el incumplimiento de los deberes de los funcionarios de un Estado (Ejecutivo, Judicial especialmente) que tiene una mirada selectiva ante estas experiencias fronterizas.