Ayer se conmemoró el Día Internacional del Voluntario, en honor a las personas que brindan un apoyo humanitario a organismos de manera solidaria y sin fines de lucro. Más allá de que la pandemia afectó su labor en lo presencial, lograron organizarse para continuar la asistencia a las familias.
Entre las experiencias más reconocidas de voluntariados en la provincia, desde la Asociación Civil Voluntades, Maia Ayrault contó a PRIMERA EDICIÓN que “junto con mi esposo, cumplimos 31 años de voluntarios en los hospitales, donde Voluntades nace formalmente en el año 2013, con su personería jurídica”.
En estos años de labor comunitaria, destacó que para ser un voluntario “hay que tener las ganas y asumir el compromiso con el servicio”. Para llegar a prestar una atención a los más necesitados, aclaró que “ir hasta las instituciones implica que tenemos que estar capacitados”.
Ayrault explicó que “es importante remarcar que ser voluntario es una elección de vida. Todos los voluntarios trabajamos de forma ad honorem. También contamos con una ley nacional, donde establece que al nombrar a una persona en un organismo debe tenerse en cuenta primero al voluntario que presta servicio en ese lugar”. En cuanto a las personas en actividad actualmente, lamentó que “tenemos voluntarios que siguen yendo con todas las ganas, a pesar de que no la están pasando bien al no tener un trabajo”.
Desde la Asociación Civil Voluntades “estamos en el Hospital Pediátrico, el Madariaga, Hospital de Fátima y en el Instituto Misionero del Cáncer (IMC)”, detalló la voluntaria. Adelantó además que “este jueves es el último día en los hospitales de este año, que fue tan difícil. Muchos voluntarios pasamos por problemas personales y de salud, incluso algunos han perdido familiares. Así que decidimos terminar un poco antes, tomarnos enero y regresar en la primera semana de febrero”.
En cuanto a las consecuencias de la pandemia, Maia Ayrault compartió que “los voluntarios no tuvimos el contacto directo con el paciente que está acostado en una cama. En tantos años trabajando en los hospitales, uno tiene la experiencia de entrar a las habitaciones para hablar con los enfermos, los familiares y así se conoce lo que necesitan”.
Recordó que al principio, “en marzo del 2020, cuando nos comunicaron que no se podía ingresar a los hospitales, nos organizamos para trabajar desde afuera. Esto significó una empatía con el familiares angustiados que tampoco podían ingresar, algunos con parientes internados muy graves, no sólo por coronavirus sino por otras enfermedades”.
Esta voluntaria aseguró que “nunca paramos durante la pandemia y salimos a caminar por los alrededores de los hospitales, donde vimos gente con tanta soledad. Ahí estuvimos los voluntarios para acompañar a los familiares. Ahora se ha flexibilizado con la vacunación en todo el personal y los voluntarios”.
Respecto al interés por sumarse a las actividades que realizan para ayudar en los hospitales, Maia Ayrault comentó que “mucha gente llama para sumarse, pero para ser voluntario debe tenerse al menos una capacitación”. Aclaró que de momento “no estamos sumando nuevos voluntarios, porque se necesita una formación”. En este tipo de experiencias solidarias, “la gente tiene muchas ganas de sumarse, pero debe darse un compromiso, porque de nada sirve que vaya un tiempo y luego decida no volver más”, remarcó.
Para los gastos
Como Asociación Civil, “recibimos un subsidio, pero viene atrasado. Ahora recibimos lo que es del 2020, que alcanza para comprar mínimas cosas y subsistimos también al tener gente que colabora”, contó Ayrault.