“En nuestro país faltan normativas para el uso racional de antibióticos, no solo en lo referente a su dispensación en personas sino también en animales y la producción en agronomía. No solo estas situaciones deben estar legisladas sino también vigilada y controlada por los organismos correspondientes”, aseguró la médica infectóloga Mabel Rinaldi en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
La consecuencia por el uso indebido y la automedicación de antibióticos es la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos. En la actualidad, unas 700.000 personas por año mueren con infecciones bacterianas inmunes a los antibióticos y se estima que en 2050 el número de víctimas por esa causa será 11 millones anuales.
“Es cuatro veces más de víctimas mortales por año si lo comparamos con la pandemia de COVID-19, en la que se murieron más de 5 millones de personas en casi dos años”, advirtió la especialista.
Cambiar el futuro
Para evitar este panorama futuro al que llegaremos si continúan las prácticas actuales, Rinaldi señaló que, además del marco normativo claro, “los establecimientos médicos deberían contar con comités de control de infecciones para consensuar el uso de los antibióticos dentro de esa institución”.
La responsabilidad de la comunidad también es un factor clave, “no hay que autoprescribirse y automedicarse antibióticos, no hay que repetir recetas ni guardar antibióticos que quedaron de otras circunstancias y tomarlos ante la aparición de síntomas similares”.
La infectóloga recordó que los antibióticos matan bacterias “pero no virus, parásitos u hongos” y destacó la importancia de comprender que “no todo proceso febril exige el uso de antibióticos, porque ese es un concepto muy arraigado en la población”.
Rinaldi también se refirió a la mala prescripción de antibióticos por parte de los médicos, “esto ocurre con más frecuencia en pediatría y también tiene influencia la presión de los padres que quieren salir del consultorio con una solución para sus hijos“.
“Por supuesto que muchos profesionales hacen bien su labor, explican a los padres que más del 90% de las infecciones son virales pero hay veces que, aún así, los padres recorren consultorios o directamente compran en la farmacia los antibióticos… porque ese es otro problema: pese a que los antibióticos se venden con receta, esa normativa no se cumple”.
“Los antibióticos no son antifebriles ni antiinflamatorios”
Rinaldi aseguró que es cada vez más frecuente ver casos en que los antibióticos muestran pérdida de sus efectos, “y lo más preocupante es que vemos infecciones respiratorias y del árbol urinario adquiridas en la comunidad que hoy ya no la podemos tratar con antibióticos comunes porque perdieron su efectividad”.
De hecho, según advirtió “vemos en las instituciones de salud cada vez más resistencia a familias de antibióticos y esto pone en peligro que se puedan hacer avances en el área quirúrgica porque, quien sufre infección con estas bacterias resistentes, tienen una mortalidad más elevada”.
La médica infectóloga anticipó que si no se frena la aparición de enfermedades bacterianas que son inmune a los antibióticos “el sistema de salud estará en jaque menos de tres décadas”.
La especialista recordó que los médicos cuentan con recursos para determinar con precisión si, por ejemplo una infección de garganta, es producido por virus o bacterias.
“Es un simple hisopado cuyos resultados los tenemos en media hora… o, en algunos casos, un cultivo que requiere unas 48 horas. Lo importante es que el paciente o los padres sepan que mientras tanto, hay que atacar el dolor y la fiebre, y para eso tenemos antiinflamatorios. El antibiótico no es antiinflamatorio, antifebril ni tranquilizante para los padres”.