La capacidad de dialogar nos hace más humanos porque nos permite entender. Quizás se puede odiar de lejos, más en la medida que nos acercamos y entendemos, el odio se diluye. Para comprender cualquier situación humana es necesaria la capacidad de dialogar.
Siguiendo con la idea de cuidar nuestras conversaciones como camino de mejora continua hoy quisiera reflexionar sobre la “pausa”.
Que útil resulta a veces detenernos, pausar e ir más despacio para registrar.
¿Haces pausas conscientes en tus conversaciones?
Durante el diálogo muchas veces existen señales que nos indican la necesidad o conveniencia de realizar una pausa, por ejemplo:
- Ante cierta tensión
- Cuando se pierde la atención.
- Cuando decimos algo muy significativo para nosotros mismos.
- Cuando nos encontramos escuchando para contestar en lugar de hacerlo para entender.
- Cuando decimos algo que puede tener un impacto de desconexión.
Si bien este detalle puede parecer una obviedad, lo cierto es que la mayoría de las veces no reconocemos estas señales en el momento adecuado y eso implica que nuestra comunicación se deteriore. El cuerpo nos ancla al presente, es nuestro aliado y nos brinda la información necesaria para saber cuándo parar, estar atentos para registrarlo, contribuye a un buen diálogo.
Por ejemplo, si advertimos que nuestro interlocutor pierde el foco de conversación o no dice nada, en lugar de continuar como si no estuviera pasando, hacer una pausa para buscar conexión es necesario.
La pausa no sólo nos protege antes de algún exabrupto cuando estamos enojados, sino que puede funcionar también para generar empatía o medir el impacto que nuestros dichos generan.
Recordemos que para avanzar en el diálogo no sólo se necesita disposición, sino también capacidad de las dos personas de estar presentes. El diálogo se sostiene sobre la base de la conexión de ambos interlocutores, pausar para chequearla es indispensable.
En un buen diálogo creamos tejidos de palabras y nos enredamos dejándonos llevar hacia algo mejor, algo co construido que encuentra la fusión de horizontes y comprensión y en el medio de ello, pequeñas pausas nos ayudan a no perder dirección.
Para un buen diálogo es necesario estar presente, hacer pausas nos permitirá comprobar que así sea, como quien mira el GPS para ratificar el camino.
Probá la pausa para llevar conciencia a cada acto, cada pensamiento y cada palabra que realices, el diálogo es el camino hacia la paz.