El obispo de esta diócesis, Damián Santiago Bitar, recibió el informe que elaboró el Equipo de la Pastoral de Adicciones de Oberá al cumplirse los primeros cinco años de atención y advirtió sobre la profundidad y gravedad de esta problemática sobre la que sólo cuenta con datos estadísticos “impactantes y dolorosos” de esa localidad y exclusivamente de aquellos que acuden por ayuda.
Según indicó, durante estos cinco años, “el Equipo de Pastoral de Adicciones de la Diócesis de Oberá lleva contabilizadas 10.141 consultas, es decir, personas que han llegado al Oasis de Misericordia entre pacientes y familiares para ser escuchados y atendidas, de las cuales se abrieron 750 historias clínicas de quienes solicitaron un tratamiento de desintoxicación física, psicológico y espiritual por parte del equipo de voluntarios y profesionales abocados con alma y vida a la tarea de sanación y reconstrucción de adolescentes, jóvenes y adultos atrapados por esta serpiente venenosa que intenta asfixiar a los que logra morder”.
Menores víctimas de adicciones
La estadística muestra que, de las 750 historias clínicas, 457 corresponden a varones y 273 a mujeres, cuyas edades oscilan, en su mayoría, entre los 20 y 30 años; “aunque penosamente hay 18 casos de niños de entre 5 y 12 años”, expresó Bitar.
“No se toma debida cuenta de esta catástrofe humanitaria”
El obispo comparó a las adicciones como una mancha de aceite que se esparce por todas partes y recordó que estas cifras impactantes fueron “recabadas sólo en Oberá y son un muestreo de aquellos que vienen, por lo que no es difícil imaginar que son muchos más los que no vienen. Como lo expresaba hace unos años el Papa Benedicto XVI: ‘Allí donde pasa el corredor del cultivo y del tráfico de drogas es como si un monstruo malvado hubiese puesto sus manos en el país y corrompiera a los hombres. Es un poder que no nos imaginamos como se debe. Destruye a la juventud, destruye a las familias, conduce a la violencia y amenaza el futuro de países enteros’. Que nadie lo dude, el narcotráfico y las adicciones son una verdadera pandemia que disemina su virus infeccioso en nuestras ciudades, pueblos y colonias. La cepa circula por todas partes, pero da la impresión que no se toma debida cuenta de esta catástrofe humanitaria”, advirtió.
El narco está detrás de “perejiles” y “soldaditos”
Bitar apuntó al narcotráfico y la falta de un combate duro y certero contra el mismo.
“Como expresé en otra ocasión, la droga no surge por generación espontánea. Alguien la provee. La provee el tenebroso mundo del narco, cuyas cabezas se esconden detrás de ‘perejiles’ y ‘soldaditos’ o se escabullen ofreciendo jugosos sobornos para seguir traficando con la muerte con total impunidad”, lamentó.
En cuanto al combate del narcotráfico, el obispo describió: “Algo se hace, algo se dice, se han dado pasos…pero es muy poco frente a los tentáculos del narco que sin piedad y por culto al dios dinero, no tiene escrúpulos en seducir y arrasar vidas humanas como si fueran vasos descartables”, señaló. Ante esta situación, y a través de una carta con datos concretos de una situación dura y compleja; el obispo mostró una mirada crítica dirigida a toda la sociedad.
Además, Bitar sumó su voz a los padres y madres del dolor, a los consagrados y laicos que ofrecen su servicio, e invitó “una vez más, a los gobernantes de todos los poderes del Estado, a la policía de la provincia y de todo el país y las fuerzas de seguridad, a redoblar esfuerzos para neutralizar el narcotráfico; a disponerlos medios necesarios para la atención de quienes requieren internación, a promover políticas de prevención fortaleciendo la debilitada, pero insustituible institución familiar y a multiplicar espacios de deporte y capacitación para los jóvenes de los barrios más vulnerables”.