Somos seres sociales y necesitamos pertenecer a un grupo, necesitamos que el otro nos mire, nos escuche, nos valore y nos reconozca, sean amigos, familia, pareja o compañeros de trabajo.
Necesitamos ser reconocidos, amados, aceptados por quiénes realmente somos, pero ¿qué pasa con nosotros cuando la respuesta del otro no es la que queríamos escuchar?
Desde la cromoterapia trabajaremos con el color que habla de pertenencia y reconocimiento para sentirnos merecedores, para poder crear relaciones sanas desde quiénes somos. Algo para tener en cuenta que solemos olvidar es que nuestros pensamientos crean y tenemos el poder de atraer a personas y relaciones que nos valoren, nos reconozcan, acepten y amen tal y como somos. Ahora una pregunta: ¿cuánto te amas?
El amarillo: este color que empieza a vibrar desde el centro de nuestro cuerpo y se va desplazando hacia arriba y abajo es un color que llama la atención, que marca presencia que nos invita a saber quiénes somos en este momento, aquí y ahora.
El amarillo es después del blanco el color de mayor luminosidad, con muchísima fuerza y energía, muestra el quién soy, así que hay que trabajarlo para sentirnos reconocidos y que nos deje de importar la mirada del otro. Es muy importante resaltar eso mientras sepamos quiénes somos, lo que digan o piensen los demás no tiene que importarnos.
El amarillo nos hace brillar así que brillemos con este color, usémoslo. Si lo tenemos en presencia nuestra nos quedamos unos minutos observándolo, sintiéndolo, conectar con este color nos da energía extra, trabaja desde nuestro plexo solar o tercer chacra, dos dedos arriba del ombligo.
Una vez que podamos disfrutar, conectar y usar este color, las miradas a hacia nosotros comenzarán a ser distintas. Recuerden que primero y principal es amarse, conocerse y aceptarse, es la única forma en que podemos mostrar al otro nuestro verdadero ser.
AMARILLO: “Amar y ¡Yo!!”.