Hoy cumpliría 80 años. Dejó profundas huellas en la familia, al igual que todos mis hermanos. Trabajador desde los 10 años como guapo carpidor en los yerbales de Puerto Bemberg, cuando papá viajó al lugar de la cita ineludible. Sin restar méritos a ninguno de mis ocho hermanos, él se convirtió en el referente de “padre” en la familia.
Desde los 14 años fue Mensajero del Correo, caminando muchos kilómetros, desde Villa Alegría hasta el Puerto, para cumplir en forma responsable, con la guía y los consejos de la Capitana Gregoria (su madre).
Aprendió con rapidez el código morse. Ello le valió un pronto ascenso como radiotelegrafista, lo que, a su vez, motivó su traslado a Montecarlo, a los 19 años, comenzando a abrir puertas para el estudio y el trabajo de sus hermanos más pequeños.
Gracias a esa iniciativa, Anacleto y yo, también nos iniciamos como mensajeros del correo desde niños, a los 14 años. Luego, nuestro hermano Getulio fue cartero del Correo de Puerto Piray. Nos enorgulleció siendo escolta de la bandera en la Escuela Normal, la que comenzó a los 20 años de edad. Fue maestro de grado en la localidad de Caraguatay y en la Escuela 132 (actual Escuela de Frontera).
Recibió la medalla de oro en el Correo Central de Buenos Aires en un curso de tres años como Técnico en Telecomunicaciones. El desafío seguía a los 30 años de edad.
Pidió su traslado al correo de La Plata para estudiar Ingeniería en Telecomunicaciones. Impactó a sus compañeros y profesores, por sus altas calificaciones y elevada responsabilidad.
Carrerón se mandó el Timo!!!, con el que vivíamos juntos en La Plata. A la par de dar el ejemplo, me hablaba y me aconsejaba. Es un Maradona de las matemáticas!!, me dijo un compañero suyo, sanjuanino.
Yo tampoco tuve problemas con los números en mi carrera, porque lo tenía a mi lado, con su amor y paciencia infinita.
Presenciamos su último examen, mamá Gregoria y mis hermanos Domingo y Efrén. Me queda el recuerdo emocionado cuando el presidente del tribunal lo dio por finalizado, y poniéndose de pie, le extendió la mano y le dijo “Felicitaciones ingeniero”.
Luego, volvió a Puerto Piray, como profesional para desempeñarse en Celulosa Argentina. Ya lo esperaba su gran amor, Carmen. Julia y Mariana fueron sus princesas, dignas herederas de un padre ejemplar.
También lo atrapó su otra gran pasión, la docencia, ejerciendo como profesor en la Facultad de Ciencias Forestales de la UNaM, y director de la EPET 15, de Puerto Piray, la que estando bajo su conducción fue evaluada como la mejor escuela en Matemáticas y Lengua de la provincia de Misiones en los años 1996, 1997 y 1998, recibiendo por ello el premio de manos del Presidente de la Nación y del Ministro de Educación de la Nación.
Cuando se esperaba que la vida le diera una tregua para disfrutar de su familia como jubilado, siguió el vuelo triunfal de papá “Yuí” y la Capitana. Más cierto que nunca aquello de “vivirás siempre en nuestros corazones”.
Tu hermano Hilarión
El Pahagüé agradecido
22 de agosto 2021