Con una economía que lleva varios años en recesión y una inflación que nunca bajó de los dos dígitos en las últimas décadas, la pobreza es un flagelo que se instaló en Argentina. De ahí que año a año el desafío sea esperar que sea lo menos peor posible.
En su última medición, el INDEC informó que la pobreza aumentó en el segundo semestre del 2020 y alcanzó en todo el país el 42%, mientras que la indigencia llegó al 10,5%.
Estos porcentajes representan una fuerte suba versus el segundo semestre de 2019, últimos valores de la Presidencia de Mauricio Macri y previos a la pandemia, cuando estas cifras eran del 35,5% y 8%, respectivamente.
Pues bien, ya cerca de dar a conocer el índice del primer semestre de 2021, un indicador paralelo de la pobreza que realiza el propio Gobierno nacional registró que por la pandemia casi la mitad de la población fue empujada a esa situación de vulnerabilidad económica.
Se trata del índice de la pobreza multidimensional, que mide otros aspectos como vivienda, empleo o salud, y que alcanzó el 49,6% de los habitantes, lo que equivale a unas 22,7 millones de personas.
Cifras que impresionan y que hablan del país real, pero que en definitiva son el punto de partida para reconstruir… cuando sea que ocurra eso.