La semana de la dulzura podría considerarse una excusa para hacer la vista gorda y dejar de lado los hábitos saludables para incorporar algunos productos o golosinas que no son de elevada calidad nutricional. Pero en vez de sentir que nos estamos “permitiendo” un chocolate o un alfajor, los invito a no considerar a estos alimentos como prohibidos, ya que genera que su consumo se convierta en un permitido, palabra de uso común cuando empezamos una dieta. Y como las dietas no son el camino ni la estrategia, la base se encuentra en encontrar un equilibrio entre los alimentos que hacen bien a nuestro organismo y aquellos que hacen bien a nuestro corazón.
Cuando queremos “algo dulce” y vamos al kiosco solemos observar un sinnúmero de opciones al alcance de nuestra mano, chocolates, gomitas, alfajores, chupetines y más. Estos productos son de baja calidad nutricional ¿Por qué? Por su elevado contenido de azúcares simples, grasas saturadas, sal y aditivos cuyo consumo frecuente no es amable para nuestra salud; a su vez presentan nula o muy baja cantidad de vitaminas, minerales y fibra. Pero todo tiene un sentido, la composición de las golosinas estimula la continuidad de su consumo hasta terminar el paquete, son opciones ricas y adictivas.
El consumo de un alimento rico en azúcares libres viene acompañado de un aumento de la glucosa en sangre con la consecuente producción de insulina por parte del páncreas. Esta hormona es la encargada de “abrir la puerta” de las células para permitir el ingreso de glucosa. Si esto se sostiene en el tiempo, puede empezar a desgastar a los órganos encargados de esta tarea provocando consecuencias negativas como una insulino resistencia.
La gran necesidad de consumir cosas dulces es una construcción que se formó a partir de una elevada exposición a azúcares a lo largo del tiempo. Pero lo más interesante de todo esto es que esa “necesidad” puede modificarse si entrenamos nuestro paladar. Si bien está la opción de los endulzantes no calóricos, el trabajo más arduo es empezar a disminuir la dependencia de lo dulce. La reeducación de nuestro paladar es un proceso lento pero posible, que inicia con la disminución de la utilización de azúcares u otros endulzantes en nuestras comidas.
No te voy a prohibir que comas chocolate en la semana de la dulzura, pero sí quiero que te hagas la pregunta: ¿Cada cuánto consumo este tipo de productos? ¿Dentro de las opciones disponibles hay algunas de mejor calidad? ¿Existes opciones ricas pero saludables? ¿Por qué no regalar frutas en esta semana… y en todas?
Una alimentación saludable no debería tener prohibiciones, por lo que el consumo de una pequeña porción de alguna golosina que te guste no va a ser el problema, el mismo se genera con su consumo frecuente.
Disfrutemos esta semana de la dulzura sin prohibiciones, pero sin excesos y con atención plena al momento de comer para, de esa manera, poder presenciar el placer que nos provoca ese alimento.
Por: Virginia Busnelli
Médica especialista en nutrición (agencia Télam)