Louis Armstrong nació el día de la independencia de su país, el 4 de julio de 1900, y desarrolló desde pequeño las actividades clásicas que le estaban permitidas a un niño negro de su condición social. Pero nadie contaba con su talento, que fue su salvación.
Mientras iba a la escuela y a los templos protestantes, el joven mataba parte de su tiempo en los bares, donde una bohemia forjada en la desdicha le daba forma a un nuevo género musical: el jazz, heredero lateral del blues y del gospel.
En 1914, el joven Louis -que tocaba el instrumento en fiestas, entierros y en cuanta ocasión podía- se contactó con el trompetista Buck Johnson, quien le enseñó los secretos de la trompeta y su ejecución.
“Satchmo” (como se lo empezó a llamar entonces, como abreviatura de “Satchelmouth”, algo así como (“boca de bolsa”) conoció luego a Joe “King” Oliver y en 1918 viajó con él a Chicago, donde desarrolló la primera gira artística de su carrera. Poco después se trasladó a Mississippi, donde rápidamente su nombre adquirió repercusión y reconocimiento.
Entre 1925 y 1928, con su grupo Hot five (integrado por Johnny Dodds, Kid Ory, Lil Armstrong y Johnny St Cyr), el trompetista grabó 31 discos, en los que puso en acto un estilo único que pronto sería una suerte de “marca registrada”.
El trompetista fue popularizador de la técnica del “scat” (sustituir letras por algunas sílabas y frases sin sentido) y tuvo el privilegio de verse acompañado por las voces de Ella FitzgeraId, Bessie Smith y Bertha Gill, entre otras.
“Saint Louis blues”, “Hello Dolly”, “New Orleans”, “When the saints go marching in” y muchos otros temas fueron tomando perfil de clásicos al mismo tiempo que “Satchmo” los sacaba de la galera para delirio de sus fans.
Pero en ese éxito mucho tuvo que ver también su voz, al servicio de un estilo que muy rápido lo convirtió en la primera “estrella negra en una sociedad blanca”, de acuerdo a lo apuntado por un artículo del diario The New York Times en julio de 1971.
En 1960, Armstrong fue nominado por el Departamento de Estado de su país como “embajador itinerante”, cargo facilitado por no seguir las “malas costumbres” que “enviciaban” a compañeros de ruta como Chet Baker o Miles Davis.
El particular timbre de su trompeta y la estructura polifonal de sus composiciones despejó el camino para el “be-bop”, una variación rítmica del jazz -centrada fundamentalmente en la improvisación- que cultivaron, entre otros, el pianista Thelonius Monk y el saxofonista John Coltrane.
El trompetista entró en la inmortalidad el 6 de julio de 1971, después de recibir todos los honores posibles en vida. Los 50 años pasados desde entonces no hacen más que resaltar su ausencia.