Con 95 años y en perfectas condiciones, la capilla de madera levantada en honor a Santa Rosa sobre la calle Felipe Schardong en esta localidad, es un símbolo de compromiso con sus elementos patrimoniales y arquitectónicos que se preservan intactos desde el período de la inmigración.
“Es de 1926, el tiempo inicial de llegada de estos colonos que se establecieron en las proximidades de Puerto Rico y desde allí hicieron por la grandeza de Misiones. La capilla es perteneciente a aquel rico período histórico de la inmigración que va desde fines del siglo XIX cuando Misiones aún era Territorio Nacional hasta la mitad del siglo XX”, apuntó la investigadora y arquitecta Graciela Kuna.
“El que conoce un poco más o menos de la arquitectura de la inmigración, sabrá que también Misiones es muy rica en el patrimonio de ese tiempo, resultado de esa gente que trajo sus saberes de allá y los deconstruyeron para hibridarlos con saberes locales y con ello conformar un repertorio peculiar de formas y materialidades”, se explayó la experta.
“Me importa ese patrimonio, probablemente a la mayoría le resultará conocido, transitado, frecuentado, pero esas construcciones son las desarrolladas por los mismos a los que se celebra durante la Fiesta del Inmigrante en Oberá, Misiones todos los años”.
Indicó Kuna: “Para mí, como arquitecta es una deleite entender e interpretar esos saberes, desde ya su cocina, y además esas construcciones, sus adaptaciones y la forma en que la gente venida de climas muy fríos, de varias manera logran que su arquitectura tradicional armonice con la selva, con la humedad y con el calor, fuertes condicionantes climáticos locales, y que resultan opuestos al extremo, pero por ello tienen respuestas en común, por ejemplo la galería, resulta apropiada tanto en Argentina como en Noruega”.
Saberes de la arquitectura
“Nos encontramos con esta hermosa capilla cuando recorríamos los caminos terrados cercanos a Puerto Rico. Desde el punto de vista arquitectónico despertó absolutamente mi curiosidad porque, además de estar implantada según las reglas del buen arte en cuanto a orientaciones, también establece su relación con el entorno a partir de una armonía con el verde que la rodea”, prosiguió la investigadora, directora de distintos proyectos para preservar el patrimonio misionero.
“Desde lo constructivo, realmente nos encontramos con los saberes de la arquitectura vernácula. Encaminándonos hacia el acceso principal vemos a un costado una ermita con la imagen de Santa Rosa que celebra el acceso de los fieles en donde se encomiendan a la santa; con una torre debajo de la cual se despliega el acceso, la torre se efectiviza acentuando ese acceso.
Esa torre es un signo indicial y una referencia en el entorno circundante por su torre que oficia como de mojón, está indicando aquí estoy yo y acá abajo sucede algo importante. Completándose el concepto teórico “puerta”, con dos ventanas a ambos lados que la “protegen”.
Así, el concepto “acceso triunfal” tipo arquitectónico cedido por la romanidad e indicado especialmente para los accesos a los templos según las reglas del buen arte en arquitectura, recordando a los Arcos de Triunfo romanos”, prosiguió en su descripción del templo.
“En el plano lateral tenemos un arriostre que se produce cada tanto para evitar movimientos independientes de los paneles de cerramiento y que vemos nuevamente reforzando la esquina a ambos lados de la columna en proximidad con el altar”.
Parte del paisaje
Dentro de su extenso relato, Graciela Kuna resaltó en todo momento el entorno que rodea a la pintoresca capilla. “Es un sitio amparado por una naturaleza viva. Verde dominante color preponderante en la selva misionera y particularmente en este Puerto Rico recostado sobre el río Paraná en una simbiosis única de colores y perfumes y que, en el entorno estrecho de la capilla de Santa Rosa, se hace presente amalgamando en un todo el patrimonio anclado en ese sitio natural que propició este lugar que remite a la espiritualidad”, finalizó la experta en patrimonio.
Armonía con la selva
“Para mí, es un deleite entender e interpretar esas construcciones, sus adaptaciones y la forma en que la gente venida de climas muy fríos, de varias manera logran que su arquitectura tradicional armonice con la selva”, dijo Kuna.
1926
fue el año en que los inmigrantes que llegaron a Puerto Rico diseñaron y pusieron en pie lo que hoy es una joya de la arquitectura.
Un símbolo de ayer y hoy
“En el interior podemos ver los bancos históricos de un lado y los nuevos bancos del otro. A ambos lados tenemos bancos, es una manera sutil de indicar la continuidad de la comunidad en el tiempo, pasando la posta entre generaciones que vienen desde los bisabuelos y que han legado un patrimonio que la comunidad se encarga de mantener e incrementar. Mientras que es en el altar donde se pone de relevancia la austeridad de la propuesta, inmediatamente al lado, un confesionario simplemente trabajado, resaltando su función con el trillage y el remate superior, que genera un espacio de intimidad, separado del resto de la nave”.