Seis meses de demora, más de 180 días de incertidumbre y en el medio toda la tirantez política que, consecuentemente, contagió su tensión a los más de cuatro millones de monotributistas.
Era un tiempo más que prudencial para consensuar una normativa correcta y sin fisuras. Pero en cambio, intempestivamente y en un nuevo capítulo de desprolijidades impositivas argentinas, lo que sucedió fue que cientos de miles pasaron a ser deudores a pesar de tener al día sus monotributos con todo el esfuerzo que ello conlleva.
Hay que ver la capacidad de la clase política argentina para complicarlo todo. Para embarrar el derruido aparato productivo con sus pujas políticas, sus interminables internas, sus agudas y ácidas grietas que agitan a diario intentando ponernos a todos de uno u otro lado y así justificarse.
El resultado está a la vista. Seis meses de demora echados por tierra. Una gruesa polémica, presentaciones judiciales y una marcha atrás que asusta.
Todo vuelve a foja cero. Barajar y dar de nuevo. Dicen ahora que sacarán en tiempo récord una nueva normativa que traerá alivio y será progresista ¿No era más fácil hacerlo desde el principio? ¿No era mejor ahorrarle a la gente tanta angustia?
Todo el tiempo al límite… es así siempre, no importa cuando se diga.