El presidente Alberto Fernández admitió ayer que la inflación es un problema que asume y cuya resolución está “pendiente”. Lo hizo al justificar que las tarifas se ajustan “lo mínimo y necesario” para evitar que las subas afecten el ingreso de los argentinos.
Vale la admisión de responsabilidad que hace el Presidente, se diferencia así de su antecesor que se jactó diciendo que resolver la inflación era más simple de lo que se pensaba.
Pero no por ello habrá de dejarse observar que la inflación es nada más que la punta del iceberg de los problemas de la estructura económica argentina. Fernández debería admitir también que andar en plena crisis sin un plan es también un problema. “Francamente, no creo en los planes económicos”, dijo en julio de 2020… y así andamos hoy.