Cerrábamos la nota anterior expresando que el cuerpo absorbe energía del Cosmos y la emplea para todos los procesos vitales, por ser sede de intercambios incesantes con las energías cósmicas y telúricas, como decía André Van Lysebeth, subrayando la necesidad de cuidar la calidad del aire que respiramos y de los alimentos que ingerimos, porque nos aportan el prana o energía vital, que es la principal de todas las energías que actúan en el cuerpo humano y cuya fuente más importante es la atmósfera. Existimos en un océano de prana, agregaba dicho autor.
Todo lo que se mueve en nuestro Universo es manifestación de la energía vital, que es el agente más sutil, penetrante e invisible de la Naturaleza. Entonces pensamos en los habitantes de nuestras ciudades que se mueven en ambientes cerrados y deben respirar un aire empobrecido que les produce fatiga, agobio y una pérdida de vitalidad que debilita la inmunidad natural a los gérmenes patógenos. Incluso la energía necesaria para la digestión y asimilación de los alimentos se obtiene del aire atmosférico. Por eso en el Yoga se emplean técnicas como el pranayama, para el control y utilización consciente de esta energía en favor de nuestro pleno funcionamiento físico y psíquico.
También Andrés Percivale nos decía que en Oriente es muy importante la ciencia y el arte de respirar, aunque para los occidentales pueda parecer innecesario ya que todos respiramos. Pero la ciencia occidental nos ha mostrado que gracias a la respiración la sangre venosa oscura, que arrastra las descargas de todos los órganos, se purifica en los pulmones y vuelve a circular brillante y roja por las arterias llevando el oxígeno a todas las células del cuerpo, lo que muestra un vínculo bien claro entre la respiración y los estados de salud y de conciencia, debido a que el aire atmosférico contiene iones negativos que son fuente imprescindible de vitalidad.
Pero en nuestras ciudades la gente habita, trabaja y estudia en ambientes cerrados, por lo general con climatización artificial que a pesar de sus ventajas y progresos carece de ese ingrediente de vitalidad que encontramos en el aire libre, en sitios arbolados, cerca de una masa de agua o en la montaña.
Entonces salgamos a caminar, regalémonos un tiempito de vida y salud respirando diafragmáticamente “a todo pulmón”, por la nariz y a un ritmo cómodo, aquí y ahora. Namasté.