Aguerrido, fuerte y con buen juego aéreo, son algunas de las principales características del jugador misionero Martín Romero, quien gracias a esas virtudes se asentó en el equipo titular del club Guaraní, que participa en la división Intermedia del fútbol de Paraguay.
Guaraní es el equipo de la ciudad de Santísima Trinidad del departamento Itapúa, ubicada a unos treinta kilómetros al noroeste de Encarnación. Martín llegó a ese distrito a fines del 2019, para una selección de jugadores y su mixtura de férreo defensor con muy buen juego de balón llamó la atención del cuerpo técnico.
Por eso no extrañó que luego de una intensa prueba de dos semanas, fue uno de los elegidos. “Por suerte pude mostrarme y le gusté al entrenador Cristóbal Cubillas y al ayudante de campo, Mario Arnold. Incluso, ellos me dieron muchos consejos, me ayudaron un montón en los primeros días”, dijo Romero a EL DEPORTIVO.
El joven tiene sólo 20 años, es oriundo de Santo Pipó, donde pasó casi todo el año pasado ansioso por volver a jugar a la pelota. No obstante, Martín reconoció que para ser futbolista hay que hacer ciertos sacrificios: “No es fácil estar lejos de mi familia, más ahora que no puedo viajar para Misiones por la pandemia. Cuesta estar lejos de los afectos, pero si querés cumplir tus sueños debes aguantar”, afirmó.
Durante sus primeros días en la ciudad paraguaya, el joven contó que tuvo ayuda divina: “Toda la vida le voy a estar muy agradecido a Junior Mendoza, quien me dio una mano cuando más lo necesité. Me llevaba los entrenamientos, viví en su casa, me daba toda la comodidad posible”, aseguró.
Romero relató cómo fueron sus días posteriores a quedar seleccionado: “los dirigentes me dieron unos días para buscar todas mis cosas y la ficha, porque la idea que tenían eran ficharme en Guaraní. Hice la pretemporada hasta marzo del año pasado, cuando se cortó todo el fútbol por culpa de la pandemia de coronavirus y volví a mi casa a pasar el aislamiento”.
Pero, “este año regresé al club y estoy muy contento en este lugar, jugando la Intermedia”, comentó Martín, quien es el lateral derecho titular del equipo, que ayer perdió con Rubio Ñu por 1-0.
Con respecto a la adaptación, el pipoceño indicó que “la verdad es que, al principio, me costó acostumbrarme porque no conocía a nadie, pero con el correr de los días me sumaron al grupo y todo fue más sencillo”.
Los inicios
Sus comienzos en el fútbol fueron en las canchitas de tierra jugando para el equipo del barrio San Cayetano. “Después pasé a jugar en Jardín América, para Los Galenitos y ahí surgió la chance de probarme en Crucero del Norte”, relató.
A pesar de sus cortos veinte años, Martín ya tuvo el gusto de jugar ante su gente, fue defendiendo los colores Sporting de Santo Pipó, donde jugó poco partidos, pero se sacó las ganas de representar al club ante su familia y amigos.
En Trinidad, Martín tuvo que adaptarse a un fútbol con mucho roce, choque y pelotazos. Y también tuvo que acostumbrarse a vivir sin la contención familiar, pero está dispuesto a hacer los sacrificios necesarios para seguir viviendo de lo que ama: el fútbol
El recuerdo de vestir la casaca de Crucero
Martín recorrió las diferentes divisiones inferiores de Crucero del Norte y así recordó su paso: “siendo muy chico tuve la posibilidad de Crucero del Norte. Me consiguieron una prueba, que la hice de buena manera y quedé seleccionado. En el Colectivero tuve la suerte de jugar cuatro años en el equipo de la Liga de AFA”.
Pero, “cuando Crucero dejó de participar en la liga nacional, decidí volver a mi pueblo”.
Martín dijo que “el paso por Crucero me dejó, sobre todo, muchos amigos. Pasé un montón de años felices enfrentando a equipos como Estudiantes de La Plata, Colón de Santa Fe, Boca Unidos, Newell’s; todos equipos muy importantes”.