Cada atardecer un muchacho recorría la playa arrojando al agua las estrellas de mar abandonadas en la arena por la marea baja. Sabía que al día siguiente, con los primeros rayos de sol, las estrellas de mar morirían inexorablemente.
Un anciano pescador que vivía a metros de la playa contemplaba al muchacho día tras día cumplir con la tarea de devolver las estrellas al mar.
Una tarde decidió hablarle: No entiendo por qué gastas tus energías en esa tarea inútil, hay kilómetros y kilómetros de playa donde todos los días las estrellas de mar agonizan y mueren. Tu esfuerzo no marcará ninguna diferencia.
El muchacho miró al anciano a los ojos, tomó una estrella, la arrojó al agua y dijo: ¿No crees que para esta estrella si habré marcado la diferencia?
Me gustó este relato para hablar acerca de cómo con poco podemos ayudar ¡tanto!
En muchas ocasiones no podemos cambiar la vida y el destino de alguien, pero sí marcar una diferencia.
La rapidez de nuestro mundo hace que al estar apurados a veces no veamos a los más vulnerables: abuelos no siendo registrados, mujeres embarazadas o con bebés, personas con discapacidad y en esos momentos un alma generosa que decida hacer algo por ellos puede cambiar el día de esa persona. No cuesta nada y cambia absolutamente todo, por eso decimos que amar es una decisión y en estas decisiones cambiamos nosotros y al otro también.
Creo que nuestro mundo no cambiará porque nos manden desde arriba órdenes de cómo debemos ser, el mundo cambiará en la medida que empecemos a vernos unos a otros, a comprometernos y tomar conciencia de que nadie está separado de nadie, aunque hayamos construido muros en nuestras casas, no vivimos separados, a la sociedad la formamos todos.
Me quedo con la frase del anciano del cuento: ¿crees que tu acción marcara una diferencia? En este caso a esta estrella de mar que el niño salvó, si le marcó una diferencia.
No hace falta hacer grandes obras: una mirada, una atención, una sonrisa, una escucha parecen poco, pero es mucho.
Hoy pensemos, ¿cómo solemos actuar en nuestro día? ¿Andamos en automático contagiándonos de la negatividad del entorno? O ¿somos conscientes que podemos ayudar y lograr cambios desde nosotros mismos dejando flores, iluminando nuestro día y así el de otros?
Recordemos que el cambio está a un paso de empezar, pero sólo podemos hacerlo nosotros.
Que Dios los bendiga.