Más de una vez, las exigencias de nuestra actividad laboral, los salarios bajos y los impactos de la inflación generan un estrés que nos lleva a la espera de las vacaciones para descansar de tanto apremios.
En estos días conversando con un amigo que tenía la posibilidad de mantener su actividad laboral en medio de la pandemia, me comentaba de la felicidad que experimentaba al poder trabajar a pesar de los contratiempos. Creo que es la esencia del día del trabajador: la felicidad de aportar con mi esfuerzo al bien común.
En este tiempo complejo que estamos viviendo, los invito a mirar a San José como ejemplo de todo trabajador, para que podamos contemplar la espiritualidad y la mística que acompaña la vida de todo emprendedor.
Él nos enseña a abrazar la santidad, entregando nuestro trabajo como una ofrenda agradable a Dios.
San Pablo nos ilumina sobre la espiritualidad de todo trabajador, desde la transcendencia que encierra toda acción humana: “…ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor 10, 31).
Estamos llamados a glorificarlo a Dios con nuestro trabajo y transformar nuestra realidad con el hermoso don y gracia del trabajo.
Con la gran riqueza espiritual que nos comparte San José, nos enseña a confiar en la Providencia Divina ante las adversidades, oscuridades e incertidumbres de la vida.
Es lo que lo impulsó a seguir la marcha sin detenerse para custodiar y proteger a la sagrada familia. Cada vez que debemos sobreponernos a los desafíos y contratiempos, es una nueva ocasión para invocar la luz del Espíritu Santo que nos guíe en medio de las oscuridades de la vida.
Por eso hagamos que el silencio en este tiempo de aislamiento, se convierta en oración y un discernimiento de los caminos de Dios, para ser custodios de la vida que Él nos regaló.
En este tiempo, en el que muchas familias conviven con la desocupación, creo que San José nos invita a ser constructores creativos, poniendo al servicio de la sociedad, todos los dones que Dios nos regaló.
Es un momento de gran discernimiento, para hacer de mi vida una entrega apasionada en el trabajo que hago…y hacer que sea un servicio a mis hermanos por el amor y la pasión con que me entrego…y sea mi oración porque lo hago para la mayor gloria de Dios.
Es un día también para rezar y agradecer por los que a pesar del aislamiento social, nos honran con su trabajo: médicos, enfermeros, docentes, fuerzas de seguridad, policías, y tantos otros que están al servicio con su entrega de todos los días.
La verdadera dignidad se logra cuando uno se entrega con amor y alegría a la misión que le ha tocado compartir en la vida.
Nos honran en este día aquellos que luchan cada día para lograr sus objetivos de la vida y sostener a su familia con dedicación, entrega y honestidad.
Que este día, en el que honramos a tantos trabajadores generosos, inculquemos el valor de la rectitud, constancia, perseverancia, esfuerzo sincero ante los desafíos de la vida.
Que inspiremos, con nuestro ejemplo, a nuestros niños y jóvenes en la construcción de hábitos de esfuerzo, dedicación y responsabilidad desde temprana edad.
Que San José sea nuestro ejemplo e intercesor en este día que celebramos desde el silencio de cada hogar, dando gracias a Dios por el don del trabajo y pidiendo por tantas personas que buscan un trabajo que les permita a través de él, dignificarse y sostener su hogar.
¡Feliz día para todos los trabajadores!