Si nuestro momento presente es por ejemplo estar recibiendo algún reconocimiento, podemos elegir vivirlo intensamente sintiendo cada segundo o dar un salto al futuro y preguntarnos: “¿podré volver a repetir este éxito? ¿Cómo haré para volver a tener otro éxito similar o mayor?” y nos perdemos la magia y la felicidad del instante presente. También podemos dar un salto al pasado y decirnos: “lástima que no hice esto antes, todo hubiera sido diferente” y otra vez nos perdemos de disfrutar lo que éste minuto de gloria tenía para nosotros.
Da igual si nuestro momento presente se trata de un reconocimiento o de una enfermedad, no importa cuál sea, el momento presente es perfecto.
Si estamos en un hospital, con los huesos rotos sin poder movernos, con dolor, aun así ese momento es perfecto porque estamos vivos, tenemos la posibilidad de dar pelea, por muy fuerte que nos hayan golpeado no nos han vencido y generalmente estos momentos duros vienen con regalos escondidos.
Podemos dar un salto al futuro y decir: “nunca me sanaré, quedaré así para siempre” con lo cual nos quitamos la posibilidad de mejorar. También podemos dar un salto al pasado y lamentarnos: “si yo me hubiera dado cuenta a tiempo esto no hubiera pasado”, lo cual nos genera tristeza y nos deja impotentes frente a una situación que no está en nuestras manos porque ya pasó.
Entender que nuestro minuto presente es perfecto, nos empodera, nos hace dueños de ese momento, somos protagonistas, artífices para hacer que las cosas que queremos sucedan.
Pase lo que pase, este instante es el que tenemos con todo lo que somos, con nuestras fortalezas y debilidades, pero de pie, con el corazón abierto para disfrutar o hacerle frente, con la convicción y la paz que nos pasó lo mejor que nos podía pasar, que podemos usar nuestras herramientas para mejorarlo y llenar nuestra vida de momentos maravillosos.
Hace años vi una película donde la protagonista tocaba un violín que se le había partido al medio, lloraba porque ya no podría hacer la misma música que hacía y un amigo le dijo: “no es el violín lo que producía esa música, eras tú, y eso estará siempre dentro de ti” y es así, nosotros tenemos la capacidad de producir “nuestra música” sin importar que situaciones se nos planteen, la magia y el poder, está en nuestro interior.