Cansada de no ver mejoras en el servicio, una lectora de PRIMERA EDICIÓN envió fotos sacadas con su celular de cómo se viaja en la línea 88 del Sistema Integrado de Transporte, a cargo del Grupo Z, que une el barrio Sol de Misiones con la transferencia de Quaranta.
“En pleno aumento de contagios no hay medidas de seguridad…exponen a los chicos y a los docentes. Así iba hoy el 88. No respeta las frecuencias porque llegó super atrasado y subió un montón de gente. Dos 87 y 88 entraron a Transferencia de Quaranta con las luces apagadas y luego este, demorado. No sé qué les pasa, pero les duró poco eso de poner más unidades”, escribió la indignada pasajera.
Como esta posadeña, de profesión docente y que pidió el anonimato por temor a represalias, las quejas contra el Grupo Z se sostienen con el paso del tiempo.
Antes del inicio del ciclo lectivo, la Secretaría de Movilidad Urbana de la comuna capitalina había intimado a las empresas concesionarias a “ajustar la frecuencia y refuerzos del servicio en horarios pico definido por la nueva demanda escolar y su modificación en la demanda total de las principales líneas afectadas, a modo de brindar servicio y respetar la carga máxima de pasajeros establecida”.
Al parecer, 20 días después, esa intimación se perdió en algún cajón del Grupo Z porque no hubo mejoras. Es más, la palabra “ajuste” parece haberse utilizado para achicar y no para ampliar el servicio desde y hacia diferentes barrios, en los horarios de mayor demanda.
La pregunta que abunda entre los pasajeros en las paradas como en las redes sociales es si el protocolo por la pandemia de COVID-19 que tanto se exige en el sector privado como en las escuelas, donde hubo que realizar adecuaciones importantes para cuidad la salud de la comunidad educativa, no rige para el transporte público de pasajeros. O, tal vez, quienes deben controlar que no se viaje como ganado en una pandemia que se recrudece, no están haciendo correctamente su trabajo.
Ante imágenes como las enviadas por la docente a este Diario, no se necesitan explicaciones. Hacen falta respuestas para evitar brotes de contagio y darles un poco de dignidad a los castigados usuarios frecuentes del Grupo Z que están lejos de recibir lo que merecen.
Se clausuran comercios y se limitan actividades por aglomeraciones. Pero, a pesar de las intimaciones, no se conocen medidas que permitan saber que alguien se ocupó de evitar que se viaje “como ganado”.