Héctor Wiscow nació y creció en Colonia Alicia, ubicada en la frontera con Brasil. Sus padres son agricultores y “dedicaron toda su vida al cultivo variado de la chacra en Misiones, sobre todo del tabaco, y yo crecí ayudándolos. Prácticamente aprendí a hacer de todo en el campo y si bien mis padres no accedieron a la educación formal, siempre nos enseñaron a trabajar y eso no tiene precio. No recuerdo un día que no los veía trabajar”, relató Héctor a PRIMERA EDICIÓN.
En su infancia no tuvo Internet, tampoco televisión. Los únicos medios fueron la radio y los libros: “Siento que los libros fueron mi refugio en mi infancia y adolescencia, eran mis amigos, a veces cuando me detengo a pensar tengo la sensación de que me salvaron la vida”.
Para Héctor la chacra y el verde de Misiones son un mundo que admira y aprecia. Sin embargo, sus sueños siempre estuvieron lejos de su casa materna: él quería ser profesor de idiomas y viajar a otros países. Y lo logró.
Actualmente es profesor en los Estados Unidos, desde donde relató su historia de lucha, persistencia y crecimiento académico: “Enseñé inglés y francés como lenguas extranjeras en distintas instituciones de Posadas, Candelaria y Oberá. Hoy me encuentro enseñando español y cultura argentina en la Universidad de Arkansas”.
Una enciclopedia
Desde muy pequeño, Héctor se interesó por los idiomas extranjeros. “Yo soy bilingüe, mis padres hablan más el portugués que el español y además mi papá tiene descendencia alemana, por lo tanto él creció hablando alemán, pero lastimosamente nos enseñaron muy poco sobre esta lengua”, contó Héctor.
Y agregó: “Mi papá decidió no hacerlo luego que el director de la escuela le dijera que otro idioma ‘no nos iba a servir’ y por esta razón también lo quise hacer después de grande, desde hace un año decidí aprender alemán”.
Cuando era pequeño escuchaba la radio de Brasil y se detenía para aprender las canciones en inglés, “algo casi imposible ya que no sabía nada del idioma”. Es que Héctor estudió en una escuela rural donde “no teníamos inglés como materia”.
Luego, cuando tenía 10 años su madre, de casualidad, compró una enciclopedia que incluía inglés de manera bilingüe. “Yo entonces, con el anhelo por aprender el idioma y poder cantar las canciones, copiaba todo en un cuaderno y me lo memorizaba, al punto de que cuando empecé la secundaria sabía todo lo que se enseñaba como inglés básico. Creo que mi mamá nunca dimensionó el impacto que a iba tener esto en mi formación. También quiero mencionar acá a mi tía Elvira, que me regalaba libros, y a mi hermana mayor Cris, que nos traía libros cuando volvía a casa luego de trabajar en la ciudad”.
Mudarse de casa
El secundario fue difícil porque “tuve que salir de la casa y mudarme a El Soberbio para continuar mis estudios, porque en Colonia Alicia no había secundario”.
El colegio lo hizo en el Bachillerato Orientado Provincial 38 de El Soberbio. “Vivía con mi hermana en el pueblo para poder ir al colegio y por las tardes trabajaba limpiando una farmacia, y así me compraba lo que necesitaba para el colegio; perfumes, guardapolvos y zapatillas. O me daba algún gustito”.
También en el secundario se interesó por el inglés, donde “descubrí que podía aprender más con el diccionario de la biblioteca del colegio”: lo retiraba los lunes y lo devolvía los viernes.
A los 18 años emprendió el viaje que soñó: llegó a Posadas para estudiar el Profesorado de Inglés en el Montoya, donde le comentaron que “para ingresar se requiere de un cierto nivel en el idioma, muchos me alertaban que no lo iba a lograr por no tener una preparación académica. Todo lo que sabía había sido por mi constante búsqueda personal por aprender el idioma y me dije a mí mismo ‘yo ingreso’”. Y así fue.
Pronto comenzó a buscar trabajo, “distribuía mi currículum en los institutos de Inglés, pero no me llamaban, eso me angustiaba. Me arreglaba con changas, lavando autos o cortando pasto”.
Colonia Alicia queda lejos y “era muy difícil para mis padres mandarme ayuda. Incluso por la falta de transporte urbano en aquella zona. Gran parte de mis estudios en el Montoya se dieron gracias a la beca que me proporcionó la institución. Estoy eternamente agradecido”.
Durante los años en el Montoya comenzó a estudiar francés. “Un amigo me habló de la Alianza Francesa, donde empecé a tomar clases, pero jamás pensé que me convertiría en profesor de ambos idiomas”.
Llegar a Estados Unidos
Desde el principio, Héctor tuvo como objetivo conocer los Estados Unidos ,“aunque no sabía cómo encararlo hasta que me acordé de la beca Fulbright para profesores de inglés y decidí inscribirme”.
El misionero compitió con más de 250 docentes del país, y sólo 17 fueron seleccionados. De ellos, sólo once viajaron debido a la pandemia. “Yo fui el seleccionado para representar a Misiones. Para mí es un sueño hecho realidad”.
Actualmente enseña en un Campus Universitario de los Estados Unidos y realiza diversas actividades culturales para promocionar la cultura, el idioma y las costumbres de Argentina.
Al mismo tiempo, toma clases presenciales en diferentes materias como psicología social, historia y literatura americana y política comparada.