La flexibilización de actividades y el regreso de alumnos y docentes a las clases presenciales, produjeron un movimiento importante de las personas que viven en los barrios de Itaembé Guazú norte, Nemesio Parma y adyacencias del Parque Industrial, quienes reclamaron una mayor frecuencia de colectivos y también de presencia policial.
Se trata de vecinos a los que, según explicaron, “nos habían prometido que cuando pase la pandemia se sumarían más frecuencias de colectivos pero todavía estamos esperando porque seguimos con la misma cantidad, con el agregado que cada vez hay más gente que necesita salir a trabajar”.
Ramón Figueredo, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN señaló que “fuimos relocalizados y recibimos nuestra casa de madera y lo agradecemos, pero el problema es que acá nos quedamos prácticamente aislados todo el día, si por algún motivo no podemos tomar los colectivos a primera hora de la mañana. Muchas veces debemos largarnos a caminar, para ver si algún automovilista nos acerca al menos hasta la ruta, porque faltan más frecuencias de colectivos”.
Además resaltó que “hace un par de semanas empezaron las clases y los chicos también necesitan ocupar el servicio. Hay vecinos que directamente no están llevando a sus hijos a clases por ese motivo, por los horarios que no coinciden con el ingreso a las escuelas y, como son chicos de corta edad, no los pueden mandar solos y que queden esperando. Eso se soluciona poniendo más frecuencias”.
Historia conocida
A su turno, Ramona López apuntó que “vivimos más al fondo, en Parma, y esto siempre sucedió. Acá habilitaron el espacio verde de la Municipalidad, el Parque Industrial pero nunca hubo una solución de fondo con el tema de colectivos. Hay más movimiento de autos, de camiones, con el barrio de viviendas de maderas de Itaembé Guazú es como que formó una pequeña ciudad, pero con escasos servicios o no los que necesitamos”.
López abordó otro tema no menor y que también los aqueja, “porque el crecimiento y movimiento hizo que se vuelva más peligroso andar cuando oscurece. Los amigos de lo ajeno andan por la zona, se meten en las casas y la policía sólo puede dar un par de vueltas de vez en cuando porque es muy oscuro y hasta ellos tienen miedo”.
Para la vecina “es bueno que haya crecimiento, porque vivimos acá hace treinta años y entonces sí que estábamos olvidados por completo, pero ahora aparecen estas situaciones de peligro, entonces tiene que ir acompañado una cosa de la otra, es decir más seguridad, iluminación y colectivos”.
Otro de los vecinos, que tiene su casa en el sector que vincula a Itaembé Guazú con Parma, contó que “acá dependemos de la buena voluntad de los colectiveros, que cumplan con sus horarios y frecuencia. En tantos años vimos y nos pasó de todo, desde quedarnos a esperar a primera hora de la mañana y que nunca aparezca un colectivo o tener que volver caminando desde el aeroparque”.