Por segunda vez los gobernadores de provincias limítrofes, como puede ser Misiones con Brasil y Paraguay, se reunieron con parte del Gabinete nacional a fin de reiterar la necesidad de articular un mayor control fronterizo que impide un incremento de contagios en las mismas. Y lo que puede resultar peor, que se introduzcan cepas más agresivas de COVID que puedan poner en jaque al sistema sanitario.
Se lo expresaron de la misma manera al presidente Alberto Fernández que pidió esta nueva reunión con características dilatorias. Desde epidemiológos que lo asesoran, comités científicos y ahora los mandatarios provinciales le vienen repitiendo que hay que tomar medidas en la frontera antes que sea tarde.
Ayer, los Ministros de Interior, Transportes y de Seguridad tomaron nota pero no dieron indicios de posibles decisiones. Todo hace suponer que el Presidente es reacio a suspender vuelos o restringir el movimiento internacional con los países vecinos que atraviesan una crisis sanitaria sin precedentes, a raíz del coronavirus.
Pero los tiempos se acortan. Nadie quiere llegar a una cuarentena estricta y larga (como perjudicial) como la experimentada en 2020 a la espera de las vacunas que siguen faltando para salvar más vidas.
Por esta razón, para no llegar a ese extremo, es que se pide al presidente Fernández que gestione y defina qué es prioritario para el país, para no agravar el cuadro epidemiológico. Nadie dijo que se trata de decisiones sencillas, porque hay muchos intereses en juego en un contexto de crisis socioeconómica que dejó a miles de argentinos en muy mala posición.
Pero Presidente hay uno y es quien firma las medidas que constitucionalmente se habilitan. Por más que deba consultar con una Vicepresidenta o una coalisión.