La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por un exceso de masa grasa. Se suele confundir con el sobrepeso pero “el sobrepeso es un estadío previo que no llega a ser considerado enfermedad”, explicó a PRIMERA EDICIÓN la secretaria del Colegio de Nutricionistas de Misiones y nutricionista del Ministerio de Desarrollo Social, Florencia Córdoba.
En cuanto a los factores que influyen en esta enfermedad, Córdoba mencionó los genéticos y sociales. “Si uno de los padres tiene obesidad, el niño tiene un 25% de probabilidad de desarrollar la enfermedad y si ambos papás son obesos, hablamos de un 50% de posibilidad”, explicó.
Asimismo, señaló que “si sus papás padecen obesidad, a parte de la carga genética, también influye el ambiente obesogénico en el que se desarrolla el niño, porque por lo general es una casa donde se consume mayor cantidad de alimentos grasos y no se realiza actividad física… esto hace que el chico crezca y se eduque en un ambiente de malos hábitos”.
Por otra parte, mencionó el factor socio-económico: “En una familia donde hay muchos niños, comprar frutas y verduras para cada miembro familiar todos los días, es caro. Por eso los padres suelen optar por alimentos más económicos y rendidores como pan, arroz, fideo y mucha harina”, dijo.
¿Cuándo se empieza a desarrollar la obesidad?
“Si una persona no incorpora hábitos saludables durante los primeros años de vida hasta la adolescencia, empieza a aumentar la cantidad de adipocitos (células encargadas de reservar la grasa) tanto en número como en tamaño. Al reservar grasa, aumentan de peso y esta característica va a acompañar a la persona durante toda la vida.
Por eso es fundamental resaltar que por más que bajen de peso, no quiere decir que se hayan curado porque este tipo de células ya están formadas y si vuelve a comer en exceso, las células van a seguir reservando grasa”, explicó. Por ello, resaltó que “hay que cuidarse durante toda la vida, sin obsesionarse con los alimentos y actividad física, pero con un estilo de vida saludable”.
Manifestaciones físicas y psicológicas
Además del exceso de peso, que por lo general se nota a simple vista, otra de las características globales de una persona que padece obesidad es que “suelen tener manchitas negras en la zona del cuello o del codo, que indican una resistencia a la insulina.
Pareciera que está sucio, pero en realidad es una pigmentación que adquiere la piel por resistirse a esta hormona”. También, “tienen problemas respiratorios, dificultades en las articulaciones, insomnio o exceso de sueño y por lo general poseen más várices”.
Sin embargo, Córdoba también mencionó las manifestaciones relacionadas a las psiquis: “Suelen tener un vínculo negativo con la comida, se relacionan a través de la ansiedad o depresión, porque lo social impacta mucho. En el consultorio nos pasa mucho que les recomendamos que se ejerciten al aire libre, pero no quieren porque tienen vergüenza, entonces se encierran más y el encierro les causa ansiedad y depresión, por lo que vuelven a recurrir a la comida. Es un círculo obesogénico”.
“No deja de aumentar”
A pesar de que en los últimos años se viene promoviendo la incorporación de hábitos saludables, “la obesidad sigue aumentando. En mi trabajo veo cómo aumenta día a día, sobre todo, en los niños”, aseguró.
Por ello, consideró importante “profundizar más sobre los hábitos saludables, y no dejar esta tarea sólo a los profesionales, sino que cada uno tome conciencia. La obesidad no son sólo algunos kilos de más, afecta nuestra salud y puede causar la muerte”.