Un punto de partida es tener delimitado dónde queremos llegar y dónde nos encontramos. Preguntarnos en este proceso ¿Qué haríamos si no tuviéramos miedo? (La pregunta de Spencer Johnson en el best seller que mencionamos). Entusiasmarnos y dejar que la imaginación nos lleve adonde quiera, es un buen plan, aún teniendo en cuenta nuestras limitaciones. Es considerable partir de lo más alto, pues ello hace que los miedos se volatilicen, dado que el solo hecho de animarnos a pensar en lo que verdaderamente deseamos, esas limitaciones vendrán de todas formas, y, en ese caso, ¡ya nos subimos al parapente!
Estrategias para “Ganar y hacer que las cosas sucedan”.
Determinar adónde queremos llegar. Incluir la actividad actual evaluando nuestra capacidad, cualidad y potencial.
Si hay que ajustar con capacitación, este es el momento.
Escribir nuestra “Hoja de Ruta”: categorizar los deseos en “Objetivos”.
Distinguir y organizar los objetivos por corto, mediano y largo plazo.
Determinar costos finales, si se trata de renunciar crucialmente al presente, evaluando el esfuerzo hacia la nueva posición.
Detallar los objetivos de manera concreta en un listado propio, ya que la expectativa propia es sólo nuestra.
Escribir paso a paso, en cada etapa.
Evaluar que cada objetivo realista debe producir satisfacción plena sin renunciar a nuestras esencias y valores.
Arriesgar. El plan debe tener en cuenta nuestro “mientras tanto” haciéndonos responsables de la grafía de cómo alcanzarlo, en un compromiso con la acción, pero admitiendo los riesgos que se asumen.
Cumplir. Trazar un plan realista que pueda ser cumplible. No incluyamos objetivos en conflicto de entrada.
Marcar para progresar. Un plan debe servir para progresar, no para mortificarnos. Que la decisión que se tome sea un atajo, no un desvío.
Planificar: El modelo del plan debe tener: objetivo, con fecha de inicio y finalización.
Detallar con claridad la idea o resumen del proyecto, sin dejar nada librado al azar.
Ordenar los recursos necesarios en 4 ítems: Personas, lugares, materiales y costos.
Fomentar nuestra capacidad de anticipación para enfrentar la perpetua intranquilidad.
Escuchar a un mentor. Recibir la guía con mentoreo, que no compita ni coarte nuestro vuelo bajo ningún punto de vista.