La agenda del albertismo, una construcción política que hasta el momento no llegó a plasmarse, planteaba hace ya un año la reivindicación de los sectores más postergados y el equilibrio político y económico de una estructura que crujía cuando Mauricio Macri cayó derrotado.
Si bien la pandemia hizo trizas cualquier plan a nivel global, el replanteo obligado de la agenda no se condujo en lo más mínimo hacia las bases de la campaña albertista.
Si bien sería de trasnochados pedir como mínimo que los salarios empaten con la inflación, una promesa que hacen todos los gobiernos y que, sin embargo, ninguno logró cumplir, es de esperar que como mínimo la mayoría llegue a la canasta básica. Pero los recientes datos acerca del salario dan cuenta de la afirmación anterior, ni hablar de la pobreza y la indigencia.
Pues resulta que, de acuerdo a los datos ofrecidos por el INDEC, el 80% de los asalariados y la mitad de los hogares del país tenían ingresos por debajo del costo de la canasta básica al finalizar el tercer trimestre del año, en medio de un deterioro en la distribución de la riqueza.
Esos asalariados tenían ingresos promedio de hasta 40.841 pesos mensuales, frente a un costo de la canasta que en septiembre fue de 47.216 pesos. En el mismo período, el 50% de los hogares reunía ingresos totales por 45.157 pesos, inferior al costo de una canasta mínima de alimentos, al finalizar el tercer trimestre.
Es necesario repetirlo: la pandemia doblegó cualquier aspiración. Pero el peligroso desmanejo que el Gobierno hace de la economía, incluso por las diferencias políticas internas, posterga ampliamente la plataforma de campaña y el futuro de millones de argentinos.