El país tiene diferentes realidades epidemiológicas ante el virus del COVID. El presidente Alberto Fernández acaba de extender el DISPO (Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio) hasta fines de enero, especialmente en tiempos de fiestas de fin de año.
En Misiones, la semana que pasó fue la más difícil, no sólo por los contagios que se incrementaron sino también por los cuatro fallecidos en estos siete días.
Es difícil intentar generar conciencia social en los ciudadanos que no vislumbran que el coronavirus no se extinguió, que hace falta cumplir protocolos mínimos como distanciamiento y uso de barbijos en la vía pública o en lugares donde haya más personas, en especial si el espacio es cerrado.
Una razón podría ser el hartazgo de una cuarentena muy extensa, que limitó libertades y actividades para dar lentitud a los contagios entre marzo y mayo.
Y máxime cuando muchos funcionarios y políticos de distintas vertientes no utilizan sus apariciones públicas para dar el ejemplo de comportamiento y compromiso social, empezando por el presidente Alberto Fernández, ante una pandemia puede darnos otra sorpresa. En particular, para los que no atravesaron problemas o pérdidas de seres queridos con el COVID y se debaten entre la credibilidad sobre la existencia del virus; o porque miden los hechos políticamente, influenciados por la grieta.
Ahora, ¿se trata solamente de una cuestión sanitaria el cuidarnos y cumplir con la prevención? No, porque la economía de las provincias, ciudades y el país depende del comportamiento epidemiológico. Y el entendimiento colectivo es un problema a revertir.
Ejemplo de ello, es el faltante de productos e insumos que existe en varios rubros (lo que encarece precios al haber poca oferta), ya que muchas empresas estuvieron paradas por meses de cuarentena o debieron suspender su producción, tras detectarse casos de COVID en sus plantas, lo que las obligó a poner personal en cuarentena y cerrar para la sanitización.
Esta semana se conoció que el país arrastra una caída del 11,8% del PBI a lo largo de los últimos nueve meses.
Eso implica no sólo un golpe a la economía en continua recesión, sino que también explica el crecimiento de pobres e indigentes. Nueve meses de pandemia, con aislamiento, cuarentena flexibilizada que dejaron sus consecuencias en el problema de sostener la relación salud y economía.
Sin vacunas acá y los que vacunan también se cierran
Pero, también, hay que mirar lo que está sucediendo en el hemisferio norte donde países como Alemania, Francia, Inglaterra e Italia se confinaron nuevamente hasta la primera semana de enero, sin siquiera permitir los festejos navideños o del año nuevo.
Algunos de esos países tienen a los mismos líderes que, contrariamente meses atrás, pedían algo así como volver a trabajar y salir y quien se tenga que enfermar o morir, que se enferme o muera.
Sin embargo, algo cambió: miles de contagios y muertes por nuevas olas de la pandemia; o el contagio de ellos mismos.
Pensar que en Europa hay gobiernos que ya empezaron a vacunar y, aun así, se cierran a modo preventivo. En Argentina no tenemos ni certeza de la vacunación, más allá de las idas y venidas del Gobierno sobre la Sputnik V que todavía tiene muchas dudas por clarificar.
Aun cuando llegue una primera partida de 300 mil vacunas, tal como dice la Casa Rosada para empezar a vacunar en enero, será menos del 1% de la población la que reciba la protección.
Con más razón, es difícil de entender cómo elegimos exponernos al COVID en Misiones en aglomeramiento de personas, fiestas con gran cantidad de participantes, compartiendo el mate o el tereré, no manteniendo el distanciamiento, no usando barbijos, amontonándose en la cola de los cajeros o del supermercado… la lista puede seguir.
El último confinamiento del ASPO nos costó muy caro a los argentinos. Cierre de comercios, más desempleo y pobreza, sin clases presenciales para nuestros niños, niñas y adolescentes.
Está claro que nadie quiere volver a ese momento tan difícil. Pero el COVID no se irá por “arte de magia”, menos cuando actuamos ignorándolo como si tuviéramos una protección “divina” por el calor agobiante del casi verano.
Si las vidas no importan a los que actúan “como si nada pasa”, al menos deberían pensar en la fina relación entre salud y economía que se debe sostener hasta que consigamos cómo inmunizarnos. Algo que aparece hoy varios meses en adelante para la gran mayoría de los argentinos (misioneros incluidos).
Ya no se trata únicamente del colapso del sistema sanitario, donde no haya camas en hospitales y sanatorios. Se trata también de no forzar a un nuevo “freno” a la provincia o al país que resienta con mayor profundidad a la economía.
Lamentablemente, si no modificamos nuestras conductas individuales, llegará el momento no querido en que alguien deberá decidir por nosotros, para pensar en preservar la vida del conjunto de los ciudadanos.
Problemas que resolver
Nuevamente en Misiones se presenta el gran desafío de resolver el problema de las asimetrías con Paraguay y Brasil, luego que Alberto Fernández vetó las áreas aduaneras especiales, que posibilitaban una rebaja impositiva.
Cuando pasó apenas una semana de la novedad exclusiva de PRIMERA EDICIÓN, está claro que fue un proyecto en el que se encolumnaron casi todos los sectores por el beneficio que significa. Lo positivo de todo esto, además de la unidad del pueblo, es que Misiones a través del gobernador Oscar Herrera Ahuad anunció que no va a renunciar a la idea de lograr una reparación histórica y va a continuar reclamando que se cumpla con lo propuesto con esta ley y con otros planteos que persiguen el objetivo de equilibrar las desigualdades entre el “interior pobre” y el “país central rico”.
Hoy el Gobierno provincial puede mostrar un 77% de incremento de su recaudación entre enero y noviembre, a través de la Agencia Tributaria de Misiones (ATM), en gran parte por el cierre de las fronteras, lo que obliga a las personas a gastar en la tierra colorada.
Pero ese cierre no será por otro año. Seguramente se abrirán los pasos fronterizos en pocos meses. Y nuevamente se fugará una parte de lo que hoy queda en Misiones.
Así como la responsabilidad social ante el COVID, resulta difícil convencer a un presidente como Fernández cuando ni los números lo conmueven para firmar algún alivio para los misioneros.
Este NEA que integra Misiones, volverá a ser en 2020 con 34,7% hasta el mes pasado, la región más castigada por la inflación de todo el país. Durante la semana que pasó, se confirmó que en noviembre de 2020 hubo un alza del IPC del 3,7% en esta zona del país, siendo el segundo mes consecutivo con este valor.
Este problema castiga directamente al bolsillo de los misioneros que, por más que busquen segundas o terceras marcas para comprar más barato, no llegan a cubrir lo básico de su día a día.
Si algo nos faltaba, durante el verano, se vendrá la discusión de las tarifas de los servicios (luz, agua, gas), por más que el Gobierno acaba de congelar los precios hasta marzo.
Todavía queda por ver en los hechos cómo se presenta el anuncio de la reglamentación de la Prestación Básica Universal Obligatoria (PBU) para los servicios de comunicaciones móviles, telefonía fija, conexión fija a Internet y TV por suscripción que se anunció el viernes a nivel nacional. Algunas empresas prestatarias ya mostraron su desacuerdo.