Escuchar sin juzgar, sin opinar, sin interferir con su mapa y particular forma de ver la vida en la experiencia del cliente, ya que la única respuesta que le es realmente útil al cliente es aquella a la que llega según sus propias reflexiones y conclusiones acordes a cómo ha aprendido a vivir.
Otras de sus competencias son:
Asesorar y educar al cliente en los hábitos de cuidado de su piel.
Realizar preguntas relevantes para su trabajo, en ningún momento para profundizar en el estado anímico del cliente. No forma parte del trabajo de la Esteticista asumir una carga y responsabilidad sobre la vida del otro, ni dedicarse a temas en los que no son expertas ya que esto podría terminar comprometiendo su profesionalidad.
Es por tanto una tarea muy importante el propiciar un espacio y un ambiente adecuado que hagan al cliente sentirse cómodo y le permita fluir con sus propios pensamientos.
Autoestima
El hecho de cuidar el órgano más extenso de nuestro cuerpo implica amor hacia una parte de nosotros. Es importante establecer una rutina de cuidados de la piel donde cada paso nos recordará que estamos dedicándonos una atención aportándonos satisfacción y seguridad.
Motivación
Aunque existan conflictos internos, es indiscutible que gustarnos físicamente, estar satisfechos con la imagen que nos devuelve el espejo, tiene una incidencia muy directa en nuestro estado de ánimo.
Vernos mejor va a activar una cadena de pensamientos positivos que supondrá un impulso en la consecución de nuestras metas, donde cada input suma de forma importante.
Es el caso de los tratamientos faciales, que nos devuelven un cutis luminoso, humectado y turgente, del maquillaje, nos ayuda a resaltar nuestros mejores rasgos o a disimular ciertas disfunciones que no tienen solución inmediata y en momentos puntuales pueden minar nuestro estado de ánimo.
Fuente: https://www.planetlook.com/