El fuego arrasó, se llevó en pocos minutos 51 años de recuerdos de una vivienda y 28 de esfuerzos familiares puestos en una despensa, ambos en la esquina de “Los Duendes”, en el cruce de las calle Hipólito Yrigoyen y Bermúdez, chacra 44 de esta capital.
A las 4.30 los vecinos de Elva Barboza (75) corrieron a socorrerla porque su primera casa, de madera y donde atesoraba los libros y herramientas de su esposo, fallecido hace tres meses, Roberto Reinaldo Rosenberger (85), estaban en llamas y estas amenazaban con devorar también su departamento sobre el almacén familiar, tradicional de la zona enfrente al hoy Club CAPRI (ex-Independiente).
El siniestro alarmó y conmocionó a la ciudad ayer, la conocida despensa “Los Duendes” nacida de las manos de Elva y Roberto, reconocido docente del EPET 1 “La Industrial”, fue devastada por las llamas. Se necesitaron cinco dotaciones de bomberos de la Policía y voluntarios de Itaembé Miní para evitar que la tragedia se amplíe hacia los inmuebles lindantes.
Se necesitaron tres horas para que los bomberos controlen las llamas y las sofoquen. Mientras que la labor de rescatar alguna pertenencia de la familia afectada continuaba anoche con la colaboración de cuadrillas de empleados y municipales y sus máquinas recogieron las ruinas y las tiraron a sendos contenedores.
En cuanto al origen o causa del incendio, no se pudo establecer con certeza ningún dato preliminar, sólo establecer la sospecha de un desperfecto en un tablero eléctrico, que provocó un cortocircuito y el chispazo macabro.
“Se quemó todo”
Elva Barboza dialogó con PRIMERA EDICIÓN sin sacarle la vista a su hogar quemado y del que se desprendían restos de historia: “Ahí se quemó todo, libros y anotaciones de Roberto, su material de consulta, su tarea como docente, profesor incansable de física, matemática. Todo se perdió, sus herramientas, su pequeño taller.
Ayer (por el sábado) se cumplieron tres meses de su muerte y ahora el fuego nos hace esto. Cuesta creer pero ocurrió, de todas maneras estamos todos bien, mi nieta Valeria vive conmigo y ella se despertó cuando los vecinos gritaban y me ayudó a salir sin lastimarse nadie”.
Ayer por la tarde, cuando el olor a hollín y agua se percibía fuerte y la esquina era sólo retazos de mampostería, Elva no demostraba resignación:
“Vamos a salir adelante, va a costar mucho porque perdimos todo, el almacén completo y la casa, pero tengo cuatro hijos, dos mujeres y dos varones, y nietos, estamos tristes pero vamos a estar bien”.
Ante la gravedad de la pérdida material, allegados y familiares solicitaron que cualquier tipo de colaboración que se quiera facilitar hay que comunicarse al teléfono (0376) 15-4-221521.