Suena la sirena y el deber llama. Se tiene que dejar todo lo que se está haciendo y salir corriendo para enfrentar un nuevo desafío y ayudar al vecino. Esas fueron las experiencias de los cientos de bomberos voluntarios de Misiones que durante estos días realizaron extenuantes trabajos para sofocar las decenas de focos de incendios que se registraron en la tierra colorada.
“Para mí, ser bombero es un privilegio y un orgullo porque no todos tienen esa vocación y porque no todos se animan”, comentó a PRIMERA EDICIÓN José Kruk de Cerro Azul, un joven bombero de 23 años de edad que forma parte del cuartel de dicha localidad desde hace diez años.
En estos últimos días, Kruk junto a sus colegas estuvieron insertos en jornadas de hasta siete horas, con la intención de aplacar los incendios que se registraron en el pueblo, en San Juan de la Sierra y el municipio vecino Olegario V. Andrade.
Kruk ingresó al cuerpo de bomberos voluntarios de Cerro Azul cuando -tan sólo- tenía 13 años. Se inició como auxiliar -momento en el que recibió capacitación-, luego pasó a ser cadete mayor y tras cumplir los 18 años ascendió a bombero, luego de participar del campamento de nivelación y rendir de forma favorable el examen de competencia.
El joven se refirió a la decisión de formar parte del cuerpo desde temprana edad. “Te llama la atención la sirena y las luces; y ver todo el trabajo que hacen los bomberos. Es como mirar un dibujito de superhéroes, y a mí eso me llamó la atención”, recordó; y al mismo tiempo agregó: “Ingresé con mi primo y también tuve la influencia por parte de mi tío”.
Reconoció que se debe tener vocación para ser bombero: “Uno por el riesgo que se corre y otro porque no se recibe nada a cambio; muchas veces ni siquiera un gracias”. Pero, enfatizó que “para mí es un privilegio haber descubierto esta vocación de ayudar, de salvaguardar vidas y bienes, sin esperar nada a cambio; porque está la satisfacción de ir ayudar”.
En cuanto a todo el servicio prestado durante estos días, contó que “pasábamos el día sin ingerir alimentos y no teníamos tiempo para descansar”.
Además, sostuvo que “en reiteradas oportunidades llegábamos a la base y volvíamos a salir para combatir otro incendio. La mayoría de los días teníamos tres incendios, muchas veces salimos a media mañana y volvíamos a media tarde; y en el día comíamos unas frutas y nos hidratábamos nomas”.
Aseguró que “cada uno de los que formamos el cuerpo de bomberos voluntarios de Cerro Azul dimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para frenar los múltiples focos de incendios en la zona”. Indicó, además, que recibieron apoyo de los vecinos y de la Policía.
Kruk se refirió al esfuerzo que hace el bombero, quien tiene que alternar el tiempo entre su trabajo, la vida familiar, los estudios y la vocación de ayudar. “El bombero al no ser pagado tiene su trabajo particular, el cual muchas veces lo tiene que dejar y salir corriendo para ir a combatir un incendio o asistir en un accidente. Por ejemplo si sos pintor tenes que dejar de pintar, si sos albañil tenes que dejar de construir o si sos comerciante tenes que cerrar el negocio; y todo eso a fin de mes repercute en la economía. Los bomberos hacemos lo imposible para llegar a fin de mes”, enfatizó.
En su caso alterna su tiempo entre el estudio y el servicio de bombero. “Soy cadete del Servicio Penitenciario. Estoy estudiando el primer año, rendí mis materias y no me llevo ninguna. Soy muy dedicado al estudio y eso me ayudó a que me aboque al servicio de bombero sin que me perjudique en mi carrera”, expresó.
Por último, el joven se refirió a cómo se sostiene el cuartel y, si bien reciben subsidio por parte del Gobierno para equipamiento, según indicó; también expuso que “son muy caros”.