En comunicación con PRIMERA EDICIÓN contó que “mi tío era misionero, regresó de vacaciones a la provincia y no pudo volver porque inició la cuarentena. Allá, en Aristóbulo, se descompensó y nunca lograron tener un diagnóstico preciso, porque primero le dijeron que tenía anemia, luego era una falla en los riñones y después leucemia. Al principio estuvo internado en Alem pero luego fue derivado de emergencia a la clínica Buddenberg en Eldorado. Fue ahí donde comenzó el problema, porque mis primos organizaron el trámite para ingresar a Misiones pero nunca lograron hacerlo porque esta clínica se negaba a darles el certificado médico de que mi tío se encontraba internado en coma en este lugar”.
Explicó también que en estos meses de cuarentena “estuvo acompañado por mi tía porque sus cuatro hijos viven en distintos puntos del país, tres están acá en Buenos Aires y otro en Tierra del Fuego. Por culpa de esta clínica que incumplió con la ley al no querer otorgar este certificado, los hijos de mi tío no pudieron despedirlo. Este sanatorio se portó muy mal y nunca dio explicaciones claras del porqué no otorgaron el permiso. En un momento dijeron que la Provincia no permitía el ingreso de personas de otros lugares por el riesgo del COVID-19 pero averiguamos todo para que puedan ir hasta Misiones y sólo les faltó ese papel de la clínica. Mis primos se pasaron nueve días intentando viajar pero nunca pudieron volver a ver a su padre”.