Más allá de los cargos que ejerció y las responsabilidades que debió afrontar, el ingeniero agrónomo Hugo Aníbal Sand (62) continúa trabajando en la chacra que heredó de sus abuelos (maternos de origen sueco, y paternos, finlandeses), llegados como tantos otros inmigrantes a la colonia Yerbal Viejo.
Ese espacio fue fuente de inspiración para miles de iniciativas que llevó adelante como cónsul honorario de Finlandia, como presidente de la Federación de Colectividades, chacarero y dirigente de la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (APAM). Desde allí sugirió planes, desarrolló proyectos productivos, y elaboró plataformas políticas.
“Siempre trabajé en la producción”, aseguró el hombre, nacido en Colonia Guaraní, y padre de Iván, Sigrid, Selva y Johann. Confió que “en algún tiempo tuve un vivero forestal, trabajé con planes forestales, de los que a esta altura de mi vida me arrepiento porque incentivé el cultivo de especies exóticas como el ellotis, taeda, eucaliptus. Hoy veo que no fueron la solución sino políticas nacionales inadecuadas para Misiones. Hubiésemos trabajado con la Facultad de Ingeniería Forestal, de Eldorado, en el desarrollo de tantas especies nativas que tienen un potencial muy grande. Es un proyecto que hay que concretar”.
Reivindicó a un árbol de la yerba mate, “de la selva misionera y en vías de extinción, que dio tantos beneficios económicos a nuestros abuelos, a nosotros, y espero que a nuestros nietos. Tenemos que cuidarlo muchísimo para que no haya transgénicos. Uno de los temores que tengo es que el conocimiento se puede usar para el bien o para el mal, y no quisiera que el conocimiento sea utilizado para el mal, para obtener plantas transgénicas, que acepten, por ejemplo la cosecha mecánica, que hará que miles y miles de tareferos tengan que engrosar las villas miserias, como ocurrió cuando las máquinas que se implementaron en el cultivo del té”.
“Creo que el conocimiento tiene que estar al servicio del hombre, y no al servicio de las empresas, cuyo objetivo es ganar plata. Entonces ahí está la política que tiene que anticiparse a estos hechos y mirar a futuro lo que irá a ocurrir”, agregó.
Otro de los problemas de estas nuevas especies transgénicas, “que espero que no ocurra en la yerba mate, es que tenemos que ser extremadamente celosos del patrimonio que tenemos. Si llega a aparecer una planta de las características de la illex paraguariensis, que no sería yerba mate, que acepte un suelo alcalino –estamos en un suelo ácido- y pueda ser cultivada en Neuquén, Salta, o al Sur de Corrientes, ¿qué irá a pasar con la economía misionera?”.
“Nuestras autoridades tendrían que estar atentas. No estoy en contra del conocimiento, estoy ocupado y preocupado en lo que se hace con ese conocimiento”, agregó.
A su entender, muchas veces fueron políticas equivocadas para la provincia, para el ambiente pero “lo más lamentable es que a veces hay gente de la provincia que apoya estas iniciativas. El año pasado tuvimos una discusión muy grande cuando en Misiones querían hacer maíz transgénico para alimentar a los cerdos”.
“Estos días estuvimos en Campo Viera viendo cómo los colonos están arrancando los cultivos de té. Lo que pasó con el tung, con los cítricos. Ahí uno se da cuenta que hay una gran deuda de la política hacia el sector agrario”, dijo, quien se considera fanático de los cultivos tradicionales, “que esos sirvieron para arraigar a la gente en sus chacras”.
Insistió con que hay que acompañarlos “en sus conocimientos, en sus saberes, y toda la tecnología, todo el conocimiento, los saberes que tenemos en las universidades, en los institutos, tendría que bajar directamente a los productores, en todo lo que sea, por ejemplo, en energías alternativas”.
Es que en las chacras, el colono, el productor, administra la energía del sol, “porque si tiene un suelo fértil, donde el agua y el oxígeno pueden llegar libremente a las raíces de las plantas, éstas absorberán estas nutrientes, el agua, más la energía solar, más la clorofila, más el anhídrido carbónico, estamos acumulando energía en hidratos de carbono, azúcares, entonces con ese concepto tendríamos que tener toda la superficie de la chacra como una gran captadora de energía solar, y no seríamos solamente productores de mandioca, de yerba o de té, sino también productores de energía”.
“Tendríamos que las energías alternativas, la biomasa, por ejemplo, a pequeña escala, para que sea autosustentable, para consumo familiar, y la suma de las familias, en esa gran diversidad que tenemos, será un complejo altamente estable y equilibrado”, sugirió Sand, quien se ocupa de buscar a los tareferos en época de cosecha, pesa los raídos y los lleva a la cooperativa o al secadero .
La tarea de cónsul
Buena parte de la Zona Centro de Misiones fue colonizada por familias finlandesas, que en 1906, se radicaron en la zona de Bonpland, Caá Yarí, Almafuerte, y luego migraron hacia Yerbal Viejo -actualmente Oberá- por la Picada Finlandesa. Eran unas 140 personas que, periódicamente, eran visitadas por representantes de la iglesia luterana de Finlandia, de la iglesia bautista y, más tarde, de la embajada.
Así se fue generando este espacio y el primer cónsul fue el papá de Sand, Hugo Enner. “Cuando mi padre fallece, en casa quedaron todos los documentos, y es como que heredé el consulado. Después de un tiempo, la Embajada me honró con este nombramiento”, dijo, y describió a su trabajo como “atípico” porque no hay grandes empresas finlandesas establecidas en Argentina.
No existen grandes relaciones comerciales, tampoco de turismo. Entonces, básicamente, su tarea consiste en visitar y acompañar a los descendientes de finlandeses de tercera o cuarta generación. Consideró que lo interesante es que en el consciente o en el subconsciente de estos descendientes quedó el recuerdo de Finlandia.
“Existe ese sentimiento de cariño y de respeto hacia una tierra tan lejana, extraña para nosotros, que estamos en el verano eterno, y allá están en las nieves eternas, con la aurora boreal, el sauna, el frío, las piedras. Es una zona muy plana, con mucha agua, miles de lagos y muchísimos árboles”.
Expresó que el país de sus ancestros apostó al conocimiento, a la educación, se independizó en 1917 -estaba bajo dominio del Rey de Suecia y del gobierno ruso-, y de ellos “Argentina tomó lo del voto femenino, y la igualdad de género”.
Se lo conoce por los grandes campeones de automovilismo, los deportes de hielo, el papá Noel, el sauna, y la emblemática aurora boreal. Relató que conoció Finlandia y reconoció que “me emocionó. Fui a la isla donde nacieron mi abuelo y bisabuelos“.
“Era una extensión desde donde la gente migro a las grandes ciudades, pero ellos hicieron un relevamiento sobre dónde estaban los dueños originales de esas tierras, y los descendientes tenían un lote con casa quinta. Y había un espacio que habían dejado liberado a la naturaleza, ese lugar era de los Albert y de los Sand, mis antecesores. Como ellos se vinieron, eso quedó y lo dejaron liberado a la naturaleza. Cuando pude entender, fue para mí algo muy emocionante”.
En una especie de bosque, encontró un tronco con un clavo que, supone, era de la casa de su bisabuelo, “por lo que pedí permiso y lo traje, y así, oxidado, lo tengo en mi escritorio. Eso forma parte de mi historia. Cuando logré cerrar el círculo familiar, para mí fue muy lindo”.
El rumbo de las colectividades
Como siempre estuvo en el ámbito y fue delegado de la Colectividad Nórdica (compuesta por suecos, noruegos, dinamarqueses, islandeses, finlandeses), le propusieron regir los destinos de la Federación. Y esas cosas lo fueron llevando, hasta que en 1997 tuvo que asumir el traslado de la Fiesta Nacional del Inmigrante desde el Complejo Deportivo “Ian Barney” hasta el Parque de las Naciones.
“Era de altísimo riesgo porque la fiesta en el complejo había llegado a una meseta, las colectividades se sentían asfixiadas dentro, con riesgo de accidentes, y había que trasladar después de 17 años de desarrollo en ese lugar. Y trasladar significaba ir al Parque de las Naciones que estaba en ruinas”, rememoró.
Añadió que se habían invertido fondos de la provincia y de la nación pero que las casas estaban construidas en un 50%. Pero era tal la presión de las colectividades para iniciar el éxodo que, “como presidente hice constar en un acta que me oponía al traslado pero que como las colectividades se querían ir, me iba a ir con ellas. Me jugué por entero”.
“Gracias a Dios que las colectividades tuvieron razón, que se hizo ese traslado, porque eso generó un crecimiento extraordinario de la fiesta. Eso fue para mí una gran alegría. Reconozco que ellos tenían razón, que menos mal que les hice caso y que fuimos. Fui el último presidente de la fiesta en el complejo y, luego, durante cuatro años en el Parque”.
Confirmó que durante el gobierno de Ricardo Barrios Arrechea hubo mucho apoyo para las colectividades pero luego, como no había presencia permanente en el parque, se quedando en el abandonando. Y hacer la fiesta en ese lugar “fue un gran impulso, falta muchísimo para poder concluirlo, para poder expresar toda la potencialidad que tiene la fiesta, las colectividades. Además de todo lo que es, es también una fiesta gastronómica“.
“Qué bueno sería que todos los alimentos, todo lo que se produce, todas las comidas, bebidas, fueran producidas por un cordón hortícola producido por los ucranianos, polacos, rusos, alemanes, criollos, entre todos, que sea orgánico, libre de veneno, de agrotóxicos, podemos darle un plus, un valor agregado muy grande todavía”, sugirió.
Sand aseguró que “estoy satisfecho con lo que hice. Teníamos una comisión organizadora espectacular, trabajamos muy bien en ese tiempo, gracias a ellos. Yo daba la palabra y firmaba las documentaciones, pero los que trabajaban en serio eran los integrantes de las distintas subcomisiones desde la juventud hasta los viejitos que pelaban papas. Eso era muy motivador”.
El “gran error”
“Creo que a través de la política se pueden cambiar las realidades. Estoy convencido de eso. Pero comprendí ahora, después de mucho tiempo, que para ser político hay tiempos y tiempos. No es cuestión de decir, yo quiero ser, y tirar por la borda todo y a la gente que confía en uno”, reflexionó quien en 2003 fue candidato a vicegobernador de Misiones.
Agregó que en ese momento estaba convencido que podía ayudar al sector agrario “porque venía de las movilizaciones agrarias, de los tractorazos, de quemar cubiertas en la ruta, de empujarme con efectivos de Gendarmería Nacional y de la Policía de Misiones”.
Recordó que se bajó del escenario de la Fiesta del Inmigrante “y me fui a la ruta con los colonos, con los obreros, que se estaban cayendo a pedazos. Y eso agradezco a Dios, que me permitió estar con altas autoridades -en dos oportunidades con el presidente de Finlandia-, pero también estuve al costado de la ruta, con el olor a neumáticos humeantes y sentir que es lo que la gente necesita en ese momento. No puedo decir que me gusta o que me sienta feliz al costado de la ruta, todo lo contrario, pero sentí la necesidad de acompañarlos en ese momento”.
Sand terminó su mandato en la Federación de Colectividades y no aceptó reelecciones “porque no creo en las re-re. Participé en política, me fue muy mal, no era mi tiempo, no supe convencer a los productores que era lo que yo creía. Después me di cuenta que ellos sintieron que los traicioné. Pensaron que, tal vez, los usé para escalar políticamente”.
Pero, a pesar de ello, “continuo en la lucha agraria”. Lamentó la reciente pérdida de su amigo Norberto “Beto” Hein, y al recordarlo a él, “lo recuerdo a Pedro Peczak, que fue muerto por el poder económico y el político, a las Ligas Agrarias, al MAM, recuerdo a los de la Masacre de Oberá, ocurrida el 15 de marzo de 1936”.
Sostuvo que, “a pesar que vengo de muchísimas derrotas en el tema agrario, sé que tengo que decir estas cosas. En memoria de ´Pico´, de Pedro, de ´Beto´, de Carlos, de Anatolio, de Kelm, de todos los que se fueron y con los que estuvimos al costado de la ruta, y de tantos otros, por la memoria de ellos, hay que seguir insistiendo que este sistema capitalista, perverso, en que está viviendo sumergido el agro misionero, tiene que cambiar en algún momento”.
“No puede ser que las riquezas de la tierra sean para las multinacionales. Eso no puede ser, eso es política, ahí tiene que intervenir el Estado, ellos tienen que equilibrar la fuerza, nosotros no podemos equilibrar más la fuerza al costado de la ruta. En la soledad uno dice dejo todo, pero por la memoria de los que ya no están, hay que seguir”, manifestó.
En honor a la naturaleza
Sand comentó una anécdota que ocurrió en 2017, en ocasión de los cien años de la independencia de Finlandia, que “me cambio mucho”. El embajador Teemu Turunen, lo había llamado para decirle que había un proyecto a nivel cancillería de plantar árboles en todos los lugares donde Finlandia tiene representaciones diplomáticas. Lo hicieron a lo largo de la Picada Finlandesa pero, fundamentalmente, en Bonpland, lugar de asentamiento de los primeros inmigrantes.
Mientras hablaban con el intendente, una maestra los invitó a plantar árboles a la escuela bilingüe, adonde asisten los niños de los pueblos originarios de la zona. “Tenían las especies, estaban hechos los pozos, le entregan una pala al embajador, éste planta el árbol, y pasa la herramienta al cherubichá, pero el representante de los pueblos originarios la rechaza. El aborigen se arrodilla, y con sus manos arrastra la tierra y la acomoda alrededor de las raíces. El embajador, dejó la pala, y también se arrodilla”, relató.
Para Sand, esa imagen “fue muy fuerte”. “Ver a dos líderes políticos de un pueblo de la selva subtropical, y de un pueblo, de las nieves eternas, ambos arrodillados ante un arbolito, en una comunidad aborigen, en una escuela primaria, es un mensaje muy grande, de amistad entre los pueblos, de un trabajo en conjunto, del respeto al ambiente, del apoyo a la educación. Creo que de ese gesto podemos desglosar muchos ejemplos”.