“El cuerpo es el templo, hay que mantenerlo limpio para el alma que reside en él”. Pocas veces somos conscientes de todo lo que solemos guardar en nuestro cuerpo y que nos contamina: emociones, recuerdos que generan sentimientos angustiantes y dolorosos, que ¡no queremos soltar!
Cuando hablamos de mantener el templo limpio nos referimos a nuestro cuerpo físico y mental-emocional. Si no cuidamos nuestro cuerpo ¿dónde vamos a vivir? ¿Pensamos alguna vez que este cuerpo es el que nos lleva a donde queremos?.
En las notas fui enseñando diferentes técnicas para liberar a nuestra mente de ese exceso de pensamiento que es el que nos genera problemas, tenemos que tomar conciencia de todo lo que guardamos en él y hacer una limpieza así como nos damos un baño o hacemos un ayuno.
Podemos parar un momento y observar cómo nos sentimos cuando aparece la palabra limpieza, ¿a qué nos conecta? ¿Qué recuerdos o sensaciones aparecen? ¿De qué estamos llenos?
En estos tiempos donde emocionalmente sentimos que estamos “cargados” de impaciencia cansancio, incertidumbre, miedo, ¿qué queremos limpiar en nuestra mente?
Hoy les traje una visualización, vamos a relajarnos y respirando lentamente vamos a ir aflojando el cuerpo. A medida que respiramos y relajamos vamos a ir observando con qué hemos llenado nuestra mente en estos últimos tiempos: noticias negativas, enojos, rencores e ir imaginando cómo todo eso que sentimos lo colocamos en una gran burbuja que está cerca nuestro, llenándola de todas mis cargas, sobre todo de eso que guardo y ¡no suelo hablar!
Cuando siento que está lleno y que solté todo, con una exhalación voy a soplar y dejar que se eleve y se vaya lejos, sintiendo cómo a medida que se aleja la burbuja volando como un globo ¡siento un gran alivio!
Cuando podemos practicar liberar esos excesos de pensamientos tóxicos también podemos sentirnos más dueños de nuestra vida, podemos elegir de qué llenarnos, con qué alimentarnos y cuando sintamos carga en nuestro corazón podemos soltar lo que nos pesa usando la imaginación. Recuerden que el cerebro no distingue entre lo real e imaginario. ¡Prueben!
Que Dios los bendiga.