Nada es casualidad, las personas que conocemos, las cosas que nos pasan, las dificultades, los aviones o colectivos que perdimos por llegar tarde o simplemente porque no han salido, todo tiene una razón y un equilibrio.
Si lo pensamos, todos tenemos una historia que contar sobre ellos, ese libro que justo abrimos en la página que tenía el mensaje para nosotros, el desconocido que se acercó cuando nos vio mal para darnos su ayuda, la canción que de pronto llegó a nosotros y representaba justo lo que sentíamos y nos ayudó en ese momento.
Siempre estamos acompañados y cuando nos abrimos a esta posibilidad las personas aparecen. Hace dos años estaba internada en unidad coronaria del Hospital Italiano, la quimio me había producido una lesión severa en el corazón, estaba muy mal.
Una noche me dormí diciendo una y otra vez: “Jesús no me sueltes tu mano” y a la mañana siguiente llegó ella, una señora que no sé su nombre pero a quien jamás olvidaré. Tocó la puerta, la abrió y dijo: “Yo pedí para limpiar tu habitación, sólo quería decirte que Jesús está a tu lado, todo va a salir bien, yo también tuve cáncer y la quimio me afectó el corazón y mírame hoy levantando baldes”.
Todos podemos ser un ángel para alguien, cuando lo miramos y lo vemos, cuando nos ponemos en su lugar y le regalamos una palabra de aliento, una sonrisa o compartimos lo que tenemos.
El mundo está lleno de magia y señales, hay que bajar la velocidad para descubrir esos toques de luz insospechados y darnos cuenta de que ningún detalle es poco o pequeño, por más insignificante que nos parezca, muchas veces algo que hacemos o decimos puede cambiar la vida a otro y hacerlo sentir que se puede soñar, que por más difícil que hoy sea una situación, todo va a mejorar. Como expresa Patricia Sosa en su canción “Aprender a volar”:
“Duro es el camino y sé que no es fácil
No sé si habrá tiempo para descansar
En esta aventura de amor y coraje
Solo hay que cerrar los ojos y echarse a volar”
“Puedes creer, puedes soñar
Y no apures el camino, al fin todo llegará
Cada luz, cada mañana, todo espera en su lugar”
Esto es algo de ida y vuelta, cuando alguien “aparece” y nos ayuda, nosotros nos llenamos de esa energía y la persona se llena también porque la energía va y vuelve y siente que ella pudo hacer la diferencia. Todos dan, todos reciben, es un instante mágico donde dos almas se unen, a lo mejor nunca más se ven en la vida, pero ese momento único queda eternamente grabado.
Siempre estamos acompañados, sólo debemos dejarnos ayudar, estar abiertos a esas señales, a esos ángeles que Dios nos envía en forma de personas ocasionales y saber que todos podemos ser esa persona especial, ese ángel para alguien.