Mucha gente no desea asumir responsabilidades. Esto se debe a que, en algunos casos, en su interior temen ser rechazados. Y lo cierto es que todos los seres humanos anhelamos que nos quieran, que nos acepten, que nos reconozcan.
Todos precisamos la mirada de los otros porque esta nos genera gratificación. Pero si bien todos, sin excepción, esperamos ser validados por los demás desde pequeños, no todos lo reconocen al llegar a la adultez.
Y solamente cuando somos conscientes de ello es que podemos liberarnos de esa necesidad que a veces nos conduce a actuar negativamente. La clave está en que esa aprobación que perseguimos no sea perjudicial, es decir que la busquemos de manera tal que no terminemos lastimándonos.
¿Qué significa buscar aprobación tontamente? Hacer cosas tontas para llamar la atención. Algunas personas tienen desbordes emocionales; otros actúan pasivamente (no hacen lo que dicen que harán); y otros no pueden dejar de moverse. Y todo con el mismo objetivo: llamar la atención.
Sólo cuando tenemos una estima sana y estamos seguros de quiénes somos, más allá de nuestros logros, somos libres de actuar para llamar la atención. Los expertos explican que muchos niños se portan mal sólo para llamar la atención de sus padres o maestros. ¡El problema es cuando los adultos hacemos lo mismo! Nosotros deberíamos obtener reconocimiento únicamente creciendo como personas.
Entonces frente a una responsabilidad a asumir y teniendo en mente que a todos nos gusta que nos aprueben, debemos convertirla en un motivo para mejorar y avanzar en la vida. Es decir, como motivación para no detenernos a pesar de las situaciones negativas. Es en ese momento que la responsabilidad que tenemos por delante se transforma en una oportunidad.
Para quienes las saben ver hay oportunidades en todas partes. No es necesario esforzarnos por crearlas, sólo tenemos que “verlas” y aprovecharlas. Aún en medio de las crisis.
Muchas personas son capaces de prosperar incluso cuando las circunstancias que los rodean no son las ideales porque saben reconocer una oportunidad y se arriesgan inteligentemente.
Ese tipo de oportunidad que aparece disfrazada de una situación negativa y nos asusta, podría ser comparada con un león rugiente frente al cual uno saldría corriendo. Pero recordá esto: las mejores oportunidades a nuestro alrededor vienen vestidas de leones y nos rugen para que las veamos.
Nadie se siente 100% listo para asumir estas oportunidades que generan miedo. Pero, aunque sintamos que nos falta todavía algo porque las condiciones no son perfectas, igual tenemos que avanzar. Casi siempre terminan siendo “oportunidades de oro” que nos traen una gran satisfacción.
No temamos ir detrás de nuestro león (por supuesto, de manera inteligente, considerando todos los peligros, pero llenándonos de coraje). Porque cuando estamos en el lugar correcto, a la hora correcta y con la gente correcta, todo lo que hacemos nos sale bien. Quien corre riesgos inteligentes es ascendido en todas las áreas de su vida.