La principal testigo de la muerte Yanina Andrea Benítez (24), hoy tiene 11 años y es su hija. El 18 de octubre de 2014 tuvo que trincar a golpes una puerta de vidrio para que alguien oyera sus súplicas de auxilio.
“Abuelito, mamá no me responde, le sale espuma por la boca, no respira, está muerta”, dijo apenas Juan Ramón Benítez rompió el acceso a la vivienda del barrio Unido en Garupá, liberó a la menor e ingresó a toparse con el cadáver de su hija tendido en una cama de dos plazas, con golpes en el rostro, el cuello con moretones y una cadenita “calcada”, primeras evidencias de un crimen violento.
Yanina Benítez murió “por asfixia mecánica manual, estrangulamiento cervical”. Los peritos forenses fueron piezas clave ayer, durante la primera jornada de debate en el Tribunal Penal 2 de Posadas, por el femicidio cometido pocas horas antes del Día de la madre.
Con estrictas medidas sanitarias y puntualidad, los camaristas César Antonio Yaya, Gregorio Augusto Busse y el subrogante Ángel Dejesús Cardozo, abrieron el juicio postergado desde abril de 2019 por los reiterados recursos de los anteriores abogados patrocinantes del encartado de 30 años, quienes renunciaron a principios de este mes horas antes de la nueva citación.
Con letrados particulares nuevos, Jorge Alberto Gauna se sentó en el banquillo de los acusados para admitir que mató a su pareja, con quien criaba a un bebé de cinco meses en ese momento. Tras la lectura del requerimiento de elevación a debate y pormenores de la acusación, el acusado decidió responder, ser interrogado: “Ella me hostigaba constantemente, me decía que era un inútil, que no servía para nada (…) ‘no tengo marido, tengo otro hijo’, repetía. Ella me denigraba como hombre”.
A su intento defensivo agregó que reaccionó de esa manera, la mató, aunque “nunca pensé en que iba a terminar así, en ese desenlace, pido perdón, pero ocurrió porque ella me atacó con un palo y me arañó”.
Describió un escenario en el que era maltratado de manera insistente: “Yo soy introvertido, sumiso y ella todo lo contrario, me amenazaba con que se iba a separar y no iba a ver más a mi hijo. Me hostigaba, decía que era un inútil, que no servía para nada”.
Gauna también explicó ante el fiscal Martín Alejandro Rau que el supuesto maltrato comenzó “cuando me separé laboralmente de mi hermano, dejé la panadería y no conseguía un trabajo fijo, estable. Allí comenzaron los destratos (sic) de ella, llegó a decirme: ‘no tengo un marido, tengo otro hijo’”.
Sin embargo, de la lectura de la acusación “homicidio calificado por el vínculo, femicidio” (artículo 80, inciso 1, del Código Penal Argentino), se desprende sin vueltas un perfil psicológico y psiquiátrico opuesto y confeccionado por los distintos peritos del área que lo analizaron: “Un joven con inmadurez, narcisista, egocéntrico” pero que “comprende la criminalidad de sus actos”.
También se remarcó que “se considera mejor que los demás, un sujeto lábil con dificultades para controlar emociones y que puede actuar sin mediar la razón”.
También se leyó la conclusión del perito psiquiátrico de parte, que lo definió en una relación de pareja “con un vínculo cargado por histeria vincular (…) Las conductas de ambos confluían en este vínculo. En el caso de ella con discriminación a la figura masculina”.
De los ocho testimonios brindados ayer, el de Juan Ramón y Sergio Omar Benítez, padre y hermano de Yanina, fueron coincidentes en el auxilio que dieron a la menor de 6 años pero también en describir al sospechoso: “Fue un cobarde, mató a mi hija y escapó. La dejó llaveada con mi nieta durmiendo. Escuché su auto cuando se iba a la madrugada y pensé que Yanina se iba a trabajar”.
Hoy declararán tres testigos y mañana se oirán conclusiones de parte y la sentencia.
Perfil del acusado
“Inmadurez”, “narcisista”, “egocéntrico”, “se considera mejor que los demás”, “lábil con dificultades para controlar emociones”, “comprende la criminalidad de sus actos”, fueron algunas de las descripciones de Gauna hechas por los peritos en el expediente.