
La huella, el rastro determinante que deja un arma de fuego en el proyectil percutado, se determina por las estrías del cañón. Ese registro fue comparado en la pericia de cotejo o confronte que los profesionales en balística de la Dirección General de Policía Científica desplegaron ayer a una pistola nueve milímetros secuestrada ocho días después del crimen de la suboficial Romina Beatriz Rodríguez.
El resultado fue positivo y determinó que el registro helicoidal de las estrías de la Browning analizada ante el juez de Instrucción 2, Juan Manuel Monte, coincide con los rastros del proyectil que le perforó la cabeza a la sargento de la Dirección General Judicial de la Policía durante la mañana del martes 2 de junio en su vivienda del barrio Horacio Quiroga de Garupá y delante de su hijo de 6 años.
Desde las 8.15 de ayer y durante tres horas, los peritos de la Policía Científica realizaron el peritaje al arma de fuego, observaciones microestriales se profundizaron tras percutir la pistola sobre una superficie que no afecte el registro. En este caso se utiliza agua y del proyectil que se obtuvo se realizó el confronte que dio positivo respecto al secuestrado en el cuerpo de la víctima.
La pistola Browning fue secuestrada el miércoles 10 de junio, ocho días después en un presunto “aguantadero” del barrio Ñu Porá, también en Garupá.
Los investigadores de la Dirección Homicidios llegaron hasta el inmueble de la avenida Alberto Roth con la orden del juez Monte y del allanamiento surgieron las detenciones de dos hombres con antecedentes de delitos contra la propiedad, el secuestro del arma mencionada (la encontraron oculta dentro de una división o pared de machimbres) y de una motocicleta con pedido de secuestro por robo. Cabe destacar que estos aprehendidos están vinculados a un robo calificado y se sumaron a los cuatro jóvenes que fueron detenidos el mismo día del homicidio de la sargento Rodríguez.
De este grupo de sospechosos de 18, 19, 22 y 29 años, la pesquisa apunta a que participaron del asesinato y robo en la vivienda de Romina Rodríguez, en la calle Guaraní casi Caá Yarí en el barrio Horacio Quiroga.
Una de las hipótesis, que se cimentó ayer con el resultado positivo del cotejo, es que el arma habría sido prestada o alquilada a los muchachos que querían “progresar en el ambiente delictivo” con un golpe fuerte. Al menos tres de ellos fueron hasta el hogar de la sargento embarazada de siete meses (esperaba una beba) con el supuesto dato que guardaba allí dinero que había juntado para continuar con la ampliación de su vivienda y para robarle además su arma reglamentaria, una Hi-Power calibre nueve milímetros. La pistola hasta el momento no fue hallada y sería lo único de valor que lograron como botín los delincuentes.
De fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, trascendió que la sospecha de la pistola peritada ayer se obtuvo cuando los pesquisas fueron informados que un “conocido” vecino ligado al mercado ilícito intentaba “sacarse de encima” el arma porque “quemaba tenerla” ante la presunción de que fue la que se utilizó para dispararle en la cabeza y en el vientre a la policía embarazada.
De las evidencias y testimonios logrados hasta el momento en la causa, se desprende que los sospechosos se reunieron a consumir alcohol y estupefacientes en exceso durante la noche y madrugada previas al sangriento desenlace.