Hoy Alcohólicos Anónimos celebra a nivel mundial los 85 años desde su creación en Estados Unidos y, por primera vez, lo hacen dentro de un contexto de cuarentena y aislamiento social obligatorio.
Para conmemorar la fecha, a las 20 se realizará una reunión abierta denominada: “Uniendo orillas en tiempo de COVID-19”, que contará con la presencia de profesionales y miembros de la comunidad Alcohólicos Anónimos.
Para ellos, el distanciamiento por la pandemia significó un desafío enorme, teniendo en cuenta que “las reuniones presenciales son la base para la recuperación de las personas que comienzan con el tratamiento”, precisaron desde el grupo de Alcohólicos Anónimos “La Casita” de Posadas.
De hecho, cuando a fines de marzo las asociaciones del país tuvieron que cerrar sus puertas debido al coronavirus, “mucha gente que recién empezaba a asistir volvió a beber. Y muy pocos se mantuvieron en abstinencia”, lamentó Hugo, quien integra el grupo desde hace 19 años.
Según explicó, “el alcoholismo es una enfermedad que necesita de ayuda externa, son contados los que por voluntad propia dejan de beber. Cuando son enfermos, tienen dependencia mental y física al alcohol”.
En este difícil contexto, lejos de desistir de su labor solidaria y de autoayuda, el grupo de Alcohólicos Anónimos continuó con las reuniones de acompañamiento de forma virtual: “Utilizamos las plataformas Zoom y Skype. Hoy son muchos los grupos que siguen con esta modalidad”, contó Hugo.
Hasta que en los últimos días, ante la flexibilización de la cuarentena, desde “La Casita” de Posadas solicitaron un permiso especial para retomar las reuniones presenciales reducidas, respetando los protocolos de seguridad e higiene.
“Nos visitaron los médicos de Manantial y nos brindaron asesoramiento. Tenemos permiso para hacer las reuniones presenciales tres veces por semana: lunes, miércoles y viernes a las 14.30, en Estado de Israel al 4.948”.
La familia en alerta
El alcohol integra el catálogo de sustancias adictivas que ponen en peligro nuestra salud física y psíquica. Está comprobado que su consumo en exceso no sólo genera adicción, sino que también provoca daños graves e irreversibles en el organismo.
En Misiones son 16 los grupos de Alcohólicos Anónimos que están actualmente en funcionamiento, nueve de ellos en Posadas, y solamente en “La Casita” se congrega un promedio de 50 personas, que van rotando. En su mayoría son mujeres de 18 a 30 años, precisó uno de los integrantes de dicha comunidad.
Pero, según las estadísticas son pocos los que llegan al grupo por voluntad propia: “Llegan porque los familiares son los primeros que se acercan y averiguan, o porque el médico los deriva. Por lo general, es poca la gente que viene sola y reconoce que tiene problemas con el alcohol o con estupefacientes. Es la familia que busca ayuda y lo traen al grupo”.
Historia de superación
Desde hace 19 años Hugo pertenece a la comunidad, después de consumir alcohol por doce años: “Cuándo sos alcohólico no podés parar, se necesita del alcohol para sentirse bien y para enfrentar problemas. Uno cree que los conflictos se van a solucionar y no es así. El alcohol genera ilusión”.
Según Hugo, uno de los síntomas del paciente es la negación: “Creés que dejás cuando querés, que controlás todo y que sabés lo que tomás. Y cuando la familia te confronta lo negás, negás que estés enfermo. Son mecanismos para encubrir el consumo de alcohol y no te dejás ayudar”, describió.
Hugo comenzó a consumir alcohol a los 13 años, cuando “dejé los estudios con la excusa de que debía trabajar para ayudar a mis padres, pero terminaba gastando en bebidas y tuve problemas con la justicia. La bebida te desinhibe y te lleva a decir cosas que en tu sano juicio no harías”.
Durante esos años notó que “cada vez estaba peor y yo defendía al alcohol, porque me generaba un estado de poder, una ilusión de que era más fuerte e inteligente, que podía socializar con las personas ya que era muy tímido”.
A los 18 conoció a su esposa pero “no dejé de tomar, incluso cuando nacieron mis hijas. No me detuve”. De repente, notó que ya no tenía ganas de hacer absolutamente nada. “Me quitó las ganas de trabajar, gastaba todo en alcohol y peleaba con todo el mundo”.
Después comenzaron los problemas físicos, “en los riñones. Al tener esos síntomas me di cuenta de que no podía seguir así y mi esposa me dijo: ‘No puedo tener a las nenas en este ambiente, tenés que buscar ayuda’. Y me dijo que vaya a Alcohólicos Anónimos”.
En el primer encuentro, Hugo pensó que “un alcohólico era el que estaba tirado en la calle, o los que perdieron todo, los que toman bebida blanca como la caña. Y me explicaron que no era necesario llegar a ese extremo para ser alcohólico: cuando uno depende y te trae problemas familiares, de salud, económicos y sociales, ya tenés un problema grande con el alcohol. Y yo era uno de ellos”. De inmediato inició el tratamiento.
Remarcó que el alcoholismo “no tiene cura, pero se puede detener con un plan de recuperación de 24 horas. Nos decimos a nosotros mismos: ‘Sólo por hoy no consumo’. Al día siguiente lo mismo, y así vas cumpliendo”.
En la comunidad de AA encontró “la identidad de saber que hay gente que sufrió los mismos problemas de familia, de salud, económicos, con la Policía… Y tengo la sensación de pertenecer, porque antes sentía que en el mundo yo era sapo de otro pozo”.
Desde entonces, Hugo contribuye con su tiempo, historia y conocimientos al grupo de “La Casita”.
Los inicios de AA en Misiones
Alcohólicos Anónimos comenzó a funcionar el 14 de enero de 1974 en el Salón Estrada de la Catedral de Posadas, sede de la que adoptó el nombre. Unas semanas antes, la hermana Regina Sian había llegado proveniente de Encarnación (Paraguay), donde fundó un grupo que poco después se cerró. Sin embargo, pronto logró conformar el primer grupo en Misiones.
En la década de 1980, ya con el nombre de “Grupo Posadas”, se trasladaron al colegio Roque González, donde funcionó hasta 1991. Es ahí donde el grupo recibe la recurrente visita de la hermana Claudia Tarnowski, de Leandro N. Alem, quien traía alcohólicos de esa localidad.
Varios miembros en 1984 se trasladaron a Eldorado y, a pedido de los vecinos de esa localidad, inauguraron el grupo “San Miguel”.
En 1991 el Rotary Club Posadas otorga en comodato a AA una casa en la calle Estado de Israel 4.948, donde desde septiembre de ese año funciona el Grupo Posadas, actualmente conocido como “La Casita”.
Poco después, se vuelve a abrir el Grupo Catedral en el Salón Estrada, hasta 2010, y desde entonces sus miembros se reúnen en el salón de Cáritas Diocesana, sobre la calle Félix de Azara.