El 7 de marzo Mirian se fue de Puerto Esperanza para ir rumbo a Buenos Aires junto a Mía, su nieta de cuatro años. Allí, se encontraba su otra hija Susana con un embarazo de alto riesgo. “Como estaba sola, decidí viajar para cuidarla por unos días”, contó a PRIMERA EDICIÓN.
Sin embargo, jamás hubiera imaginado que lo que comenzó siendo por “un tiempito”, pudiera convertirse en casi dos meses lejos de su hogar, y con Mía a miles de kilómetros de su madre que, hasta el día de hoy la espera en Puerto Esperanza.
La razón por la que abuela y nieta viajaron juntas, es que la mamá de Mía tiene lupus y constantemente debe viajar a Iguazú para realizarse diálisis.
Y “justo en el tiempo en que planeaba mi viaje a Buenos Aires para ayudar a Susana, mi hija se estaba haciendo los análisis para hacerse el trasplante de riñón”, contó. Debido a esto, ambas decidieron que lo mejor sería que la nena viaje con su abuela, con la idea de que volverían al poco tiempo.
Dos meses después
Actualmente, Mirian permanece junto a Mía y Susana en una casa donde conviven con seis personas más, ya que su hijo de 19 años también vive en Buenos Aires junto a su familia.
Desde que comenzó el aislamiento que conviven en un espacio reducido y con ingresos que no alcanzan para cubrir los gastos básicos.
Con muchos niños y sin ningún adulto que pueda trabajar debido a la cuarentena, se mantienen con el plan social por desocupación de su yerno y el sueldo de Susana. Además, “a mi hijo le rechazaron el IFE por no tener actualizado su domicilio, sigue figurando en Puerto Esperanza”.
Pese a todo, afortunadamente la familia puede asistir tres veces por semana a un comedor en el barrio de Zárate, donde reparten viandas para quienes más necesitan.
Extraña a su mamá
A pesar de que la falta de recursos signifique una preocupación diaria, lo cierto es que el mayor problema es la distancia entre madre e hija que hace casi dos meses no se ven.
“Mía me pregunta todos los días por su mamá, me dice cuándo vamos a volver a casa. La extraña y eso se nota”, sostuvo Mirian.
En cuanto a las posibilidades de volver a Puerto Esperanza, contó que “me contacté con Casa Misiones, pero no hubo respuestas”.